Resulta que Han-Fei-ze, un noble chino del siglo III antes de Cristo, estuvo tocado de un genio político superior. Su obra, recogida en El Tao del Príncipe, que acabo de recibir en un traducción francesa íntegra, proporciona el catálogo más alucinante de la abyección humana. Dice el traductor y comentarista que a su lado, la Historia universal de la infamia de Borges es una colección de cuentos para niños.
El subtítulo de la edición francesa es "La estrategia de la dominación absoluta". La traducción alemana, más comedida, se queda en un título canónico: El arte del gobierno. Existe una traducción muy breve y parcial al español que no merece la pena, fundamentalmente porque los introductores consiguen darle a este Maquiavelo chino un aire de Peces Barba, venenoso y santurrón, que no tiene nada que ver con aquel entomólogo de la condición política del ser humano.
El subtítulo de la edición francesa es "La estrategia de la dominación absoluta". La traducción alemana, más comedida, se queda en un título canónico: El arte del gobierno. Existe una traducción muy breve y parcial al español que no merece la pena, fundamentalmente porque los introductores consiguen darle a este Maquiavelo chino un aire de Peces Barba, venenoso y santurrón, que no tiene nada que ver con aquel entomólogo de la condición política del ser humano.
En el capítulo tercero, "Peligros del discurso", advierte a los consejeros de príncipes de que raramente se encontrará un gobernante que se deje aconsejar. Ni siquiera uno sabio y propicio.
El catálogo de las crueldades sufridas por estos consejeros, sabios pero ingenuos al mismo tiempo, es espantoso. Uno fue asado, otro salado y puesta su carne a secar. A un tercero le arrancaron el corazón. A un cuarto le pusieron a marinar en salmuera. Pero los hubo también vendidos como esclavos, exiliados o arrojados a un río. A algunos se les amputaron los pies y a otros les arrancaron las costillas. Todos vienen identificados por su nombre.
El propio Han-Fei-ze, traicionado por un condiscípulo, fue hecho prisionerio por el príncipe de un reino rival, admirador, por cierto, de su disciplina política, que pretendía aplicar en sus Estados. La vía del dolor, recorrida por todos aquellos en los que alguna vez prendió una chispa de inteligencia política, terminó en el suicidio.
Llegó también, junto al Tao del Príncipe, un ejemplar de Polémiques, de Raymond Aron, en el que hay algunos artículos de interés para mi estudio sobre las religiones seculares. Este es el RA que más me interesa: el de la conversión a la política realista, que empieza en 1932 y culminará durante la II Guerra mundial.
En la librería de un centro comercial me compro Poesía para niños de 4 a 120 años. Lo había tenido en mis manos en otras ocasiones, pero hoy ya no lo he soltado.
1 comentario:
Con Júpiter y sus rayos. Precisamente, en esta empresa, la número 50 de las Empresas políticas, es donde Saavedra expresa su parecer acerca del valimiento. Algunas consideraciones son parecidas al Tao del Príncipe.
Así, el propio emblema representa a quienes estando cerca del cielo (validos=montes)reciben antes los efectos de las tormentas. Cuando el príncipe está airado pueden sufrir un cambio en su fortuna.
Aunque, más bien, Saavedra lo que hace es ofrecer una serie de consejos prácticos para que se retarde la caída del valimiento, al estilo de la medicina preventiva. Caída que parece inevitable, e incluso, hacia el final de la empresa reflexiona sobre la necesidad del valido y cuestiona los métodos de Richelieu.
Lo cierto, es que en ningún momento sugiere retribuciones tan execrables.
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