domingo, 31 de julio de 2016

A2B

Se siente orgulloso de no tener ni una gota de sangre burguesa. Es la poderosa razón biológica que seguramente le mueve a escribir este apunte cervantista: "La pareja Sancho Panza-Don Quijote es la alianza del pueblo y la aristocracia contra la burguesía".

viernes, 29 de julio de 2016

La violación de Europa

El rapto de Europa se confunde con su violación y la suplantación de su descendencia, pero no es lo mismo. 

Cuando Luis Díez del Corral escribió su libro sobre la interpretación histórica de nuestro tiempo: en el fondo, a pesar de sus referencias a la expansión de las naciones ibéricas, se trata más bien de los cincuenta o sesenta años que transcurren desde que empieza de veras la colonización de África hasta el incendio conscientemente descontrolado de la descolonización, corre 1954. No podía saber que dos décadas más tarde, en abril de 1974, el presidente argelino Huari Bumedián profetizaba en la sede las Naciones Unidas que "un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur y se encaminarán hacia el hemisferio norte. Pero no arribarán como amigos, pues llegarán para conquistarlo. Y lo conquistarán y lo poblarán con sus hijos. El vientre de nuestras mujeres nos dará la victoria". Tal vez se había inspirado en la novela de Jean Raspail, publicada el año anterior.

Para Díez del Corral el rapto tiene su dimensión trágica, desde luego, pero apenas roza el cuerpo de Europa. El resto del mundo, la no-Europa, rapta su espíritu y copia su técnica, pero al precio de la autocolonización, mucho más intensa a partir de los años cincuenta. No podía conocer los designios de Bumedián: consumar la violación de Europa, en alma y cuerpo, y suplantar su descendencia. Es la forma del colonialismo que hoy nos azota y que tanto le cuesta ver a los europeos. Miran pero no ven lo que está pasando.

Lo anticipó durante toda su vida, como un presentimiento funesto, Gaston Bouthoul. La forma superior del imperialismo es la inducida por la superpoblación motorizada de los países del hemisferio sur, particularmente los musulmanes, pues no aspiran solo a conquistar, sino a suplantar.

"Por una curiosa pero comprensible contradicción, la oposición a estas medidas [de contención preventiva de la inflación demográfica] vendrá sobre todo de las naciones cuya estructura demo-económica las hace más belicosas. Pues la inflación demográfica constituye la expresión de una agresividad que se desentiende de las masacres. Es también la más intensa de la formas del imperialismo, pues no solo aspira a dominar, sino a suplantar. Dicho de otro modo, esa inflación demográfica conduce al genocidio". La casandra de los demógrafos antinatalistas describe la pesadilla de Europa en 1961. En realidad no hacía falta tener el don de profecía. Bastaba con entender las razones por las que De Gaulle, traicionando a sus soldados, pero no a la razón de estado, abandonará el fardo de la Argelia Francesa.

Paralelismos

Releo mis notas sobre Masa y poder, el libro que se confunde con la vida del sefardí Elías Canetti. Este tipo de libros inauguran y clausuran un género literario único e irrepetible, como el dodo. También, como ese ave exótica, extinguido.

Hay en sus páginas de todo lo imaginable. Fogonazos sociológicos e intuiciones extraordinarias. Cuando escribe sobre los "símbolos de masa" de diversas naciones europeas se ocupa de Inglaterra. Hay ahí un pasaje en el que parece poner en prosa unos versos prescientes de Ruyard Kipling, de su A Song in Storm, que cito a la menor ocasión:

Be well assured that on our side
The abiding oceans fight.

En palabras de Canetti:


Cuando los ingleses eran atacados en su isla, se confiaban al mar: 
con sus tormentas, este venía a ayudarlos contra el enemigo.

En la primera página de La rebelión de las masas habla Ortega de la "masa" y de su "poderío social", términos que le vendrían muy bien para subrayar la dimensión puramente sociológica del libro. Justamente lo que hace Canetti. Pero menciono a Ortega porque entre él y Canetti o Cañete hay un curioso paralelismo sensitivo.

En Cañete salta la liebre cuando tiene de la masa, en los años treinta, una experiencia táctil. En Ortega, por la misma época, la experiencia en cambio es visual. Todo está lleno de gente y eso él lo ve. Tiene ese paralelismo algo profundo que se me escapa. Debe haber también, en alguna página recóndita, el registro coetáneo de una experiencia auditiva paralela. En el jazz tal vez. La olfatoria es palmaria. Y la experiencia gustativa de las muchedumbres ¿cómo será?

jueves, 28 de julio de 2016

De Benicarló a Cartagena

27 de julio. Regreso a casa en tren. Solo. Vuelvo conmovido por las palabras del diarista telúrico Renaud Camus, intuidas desde hace meses y leídas sobre el Atlántico para no pensar en el éter que durante once horas, hasta la arribada mexicana, sustenta cuatrocientas almas. Palabras que se hacen carne con hiyabes y albornoces en la esquina de un pueblo de Castellón en la que me encuentro, de improviso, in partibus infidelium.   

RC es francés de estirpe o casta francesa (français de souche), términos sin valor jurídico y erradicados por la jurisprudencia civil. Camus, icono del homosexualismo de los años setenta, ha escrito un libro fundamental que debería estar en el macuto de cualquier europeo. El grito de dolor que exhala lo han silenciado, por eso hay que comprarlo y leerlo de extranjis para que nadie tache nuestros vicios. Lo dedica a "dos profetas", a Enoch Powell y a Jean Raspail.

En un texto que recoge precisamente Le Grand Remplacement, "Le changement de peuple", recuerda RC el parlamento de su compatriota Richard Millet en France 3, emisión de Ce soir ou jamais del 7 de febrero de 2012. Millet es francés, católico y heterosexual, un excombatiente en el Líbano a favor de los cristianos que no puede soportar la idea de que hay mezquitas en Francia o en Holanda. Quelle horreur! "RM, en un programa de televisión con el que principia la toma de conciencia colectiva, habla de su dolor por saberse el único de su raza [le seul blanc], o apenas el único, en la estación de Châtelet[-Les Halles, el corazón de París] a las seis de la tarde". Lo terrible del pasaje es la estupefacta incomprensión de sus tertulianos, "Muy Representativos de la Corporación de la Palabra Autorizada", los MRCPA. "¿El único blanco en Châtelet a las seis de la tarde? ¿Donde está el problema? El sufrimiento del que les habla Millet les resulta ininteligible".

La víctima propiciatoria de los MRCPA es "el indígena [francés, español, portugués, italiano o alemán, europeo en suma], expoliado de su propia mirada, de su propia relación con la realidad, de su sufrimiento", pues ni siquiera tiene ya derecho a protestar por el "cambio de pueblo" perpetrado en su perjuicio y en nombre de los Derechos del Hombre, ese ente de razón. 

Finis Hispaniae

Los muslimes truenan contra España y a la guerra estratégica de úteros que ya perdemos juran por Alá que van a sumar la de la propaganda por el hecho. Al mismo tiempo, el nacionalismo pequeñoburgués catalán, discutidor y cobarde por esencia, da un golpecito y declara abierto un proceso constituyente y cursi para "desconectarse" de la vella Espanya.

Que no haya gobierno y vivamos en interregno desde hace más de un año es el menor de nuestros problemas. El drama español es la sucesión de gobiernos, interinos o plenarios, que nunca se atreverán a nombrar a los enemigos de España, sean moros o cristianos.

miércoles, 20 de julio de 2016

martes, 5 de julio de 2016

Rivalidad mimética explicada a gritos a dos niñas de 8 y 6 años

Jimena, Julia, Jimena, Julia, Jimena, Julia, Jimena, Julia... 

Autorretrato-encuesta
con una marcada tendencia a la "quantophrenia" sociológica
Y a la inversa:

Julia, Jimena, Julia, Jimena, Julia, Jimena, Julia, Jimena...


Y así hasta la venida del Defensor o Paráclito (si es que, como tantos signos anuncian, llega antes de mandarlas a la universidad).

Epizootia constitucional

Portada conmemorativa y entusiasta del otorgamiento de la
IX Ley Fundamental española que responde al Qui prodest?
Las últimas elecciones han revelado una confusión absoluta. Bastan para convencerse las erráticas profecías de las encuestas electorales -hablar de "previsiones" hace tiempo que dejó de tener un sentido inteligible-. Pero la salvación irradia también donde se encuentra el peligro, en el 26J, fórmula por lo demás irrelevante dentro de unos meses, pues el año que viene tendrá también su 26J, como todos los años, hasta que volvamos al polvo y aun después.

Así, en su última erupción, que hace pensar en una epizootia por el número de brutos contagiados, cierta dolencia, el mal español, ha multiplicado y amplificado la reclamación de un nuevo pacto constitucional, de una nueva ley electoral y una constitución nueva, incluso de una Nueva Transición. Gonzalo Fernández de la Mora lo diagnóstico: la manía constitutoria. Sus últimos años fueron escribir para remediarla.

Ni las constituciones las fundan los pactos, aunque estos puedan propiciarlas como "enjuague" o "chanchullo", ni la Transición es un modelo del que pueda presumir la gente sensata, pues es el ejemplo máximo de la lepra de la legalidad de los pueblos latinos: de la ley a la ley pasando por la ley... sin derramar ni una gota de sangre, pero derrochando en el politiqueo las energías acumuladas durante décadas. Quién lo hubiera dicho de una nación tan bien dotada hogaño para el derecho político. Lo cierto es que no hay constitución que no sea impuesta u otorgada ni cambio de régimen sin abominación, física o espiritual.

En estos meses de interinidad y desasosiego ha faltado imaginación política. Los políticos sin  imaginación, a las primeras de cambio, echan siempre por el camino fácil de la reforma constitucional, jaleados por la gente. Corren afanosos delante de ella y por eso, si miras desde la calle, te parece que la guían. En el barullo, tal vez, pretenden dar esquinazo a la dura ley de la circulación de las élites. El tardofranquismo y la constitución innominada de 1977, nuestra célebre constitución puente, sugieren que se trata de un empeño vano -qué espectáculo el haraquiri de los procuradores del reino-. Otros, más comedidos, iluminados que se ven a sí mismos como faros, sueñan con una reforma de la ley electoral, símbolo de todo caduco del viejo régimen.

En realidad, la tribulación de un país sin gobierno, en dormición, despolitizado, hostigado por la brutal guerra de úteros de la quinta columna, ha puesto de pronto al descubierto las virtudes ocultas de una constitución cuyos defectos, al fin, se conocen y con los que no le resultaría difícil manejarse a un gobierno sin vicios ocultos. Despolitizar la justicia y desmontar los Diecisiete Excusados con Bandera e Himno, fórmula que desde El Alcázar le atizaba el falangista Rafael García Serrano a las comunidades autónomas, no es misión imposible. Mantener la Ley d'Hondt, que impide formar gobierno, es cierto, pero que resulta que tiene la virtud de conjurar el diluvio del populismo sin pueblo, típicamente intelectual, de los jóvenes totalitarios, tampoco.

Como apuntaría Álvaro d'Ors en una de sus codas: esta glosa también podría titularse "Virtudes ocultas de la constitución (y vicios manifiestos del gobierno)". Vale.



Neandertales y rivalidad mimética

Marylène Patou-Mathis tiene un nombre sofisticado y unos apellidos delatores de su romanticismo científico. Su libro Neanderthal lo he leído de un tirón regresando por tren a Cartagena desde Benicarló, incitado por la filogénesis de la agresividad humana y su misterio.

La señora Patou-Mathis, del CNRS y del Museo de Historia Natural de París, sueña con encontrar a un neandertal en los hielos eternos de glaciaciones remotas y describe con ternura de paleontólogo los enterramientos de aquella humanidad tan distinta a la nuestra, pero humanidad simbólica y locuaz también, como todos los hijos de Dios. A mi, que braceo en el profundo misterio de la rivalidad mimética, me deslumbra su respuesta, acaso inconsciente, al Achever Clausewitz de René Girard.

En su último capítulo, que da mucho más de lo que promete, siendo esto mucho (el encuentro entre neanderthalensis y sapiens), viene a decir o, más bien, vengo yo a leer que Neanderthal desapareció porque "evitó el conflicto" con los hombres modernos, ni más numerosos ni mejor armados que él. "Hubieran podido expulsar de su territorio [Oriente Próximo, Sur de Europa] a los intrusos, pero prefirieron alejarse, tal vez por razones espirituales". Imitadores de Cristo también, señor Girard. Tal vez se extinguió su raza por una crisis demográfica, lo cual sería tautológico, o por haber llegado al límite de su capacidad evolutiva. Si los últimos neandertales desaparecieron en el campo de Gibraltar porque no respondieron a la ascensión a los extremos con el mimetismo negativo, Girard, desvelando la poderosa intuición clausewitziana, a su juicio una fórmula ilustrada que subraya la rivalidad mimética fundadora de la civilización, nos ha colocado a todos entre la espada y la pared.