El rapto de Europa se confunde con su violación y la suplantación de su descendencia, pero no es lo mismo.

Para Díez del Corral el rapto tiene su dimensión trágica, desde luego, pero apenas roza el cuerpo de Europa. El resto del mundo, la no-Europa, rapta su espíritu y copia su técnica, pero al precio de la autocolonización, mucho más intensa a partir de los años cincuenta. No podía conocer los designios de Bumedián: consumar la violación de Europa, en alma y cuerpo, y suplantar su descendencia. Es la forma del colonialismo que hoy nos azota y que tanto le cuesta ver a los europeos. Miran pero no ven lo que está pasando.
Lo anticipó durante toda su vida, como un presentimiento funesto, Gaston Bouthoul. La forma superior del imperialismo es la inducida por la superpoblación motorizada de los países del hemisferio sur, particularmente los musulmanes, pues no aspiran solo a conquistar, sino a suplantar.
"Por una curiosa pero comprensible contradicción, la oposición a estas medidas [de contención preventiva de la inflación demográfica] vendrá sobre todo de las naciones cuya estructura demo-económica las hace más belicosas. Pues la inflación demográfica constituye la expresión de una agresividad que se desentiende de las masacres. Es también la más intensa de la formas del imperialismo, pues no solo aspira a dominar, sino a suplantar. Dicho de otro modo, esa inflación demográfica conduce al genocidio". La casandra de los demógrafos antinatalistas describe la pesadilla de Europa en 1961. En realidad no hacía falta tener el don de profecía. Bastaba con entender las razones por las que De Gaulle, traicionando a sus soldados, pero no a la razón de estado, abandonará el fardo de la Argelia Francesa.
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