martes, 21 de agosto de 2012

Poco más sobre el realismo político

De las definiciones posibles del realismo político la que ahora propongo, puramente formal y para alivio de mi amigo JMBL, sirve sin embargo para atizar la hoguera de las vanidades contemporánea:

Doctrina pobre en valores demagógicos.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Enemigos de la Iglesia

A todos ellos, además de condenarlos, les dio Roma digno trato literario. 

Si el liberalismo y el modernismo eran errores pestíferos (Gregorio XVI, León XIII, Pío X y algún otro Pontífice así lo aseguraron), nada comparable con la tremenda definición del comunismo de Pío Nono en la encíclica Qui pluribus de 1846:

Hiel de dragón en caliz de Babilonia.

lunes, 13 de agosto de 2012

De los libros somos

La cartera es a quien mejor recibimos en casa entre las doce menos veinte y las doce. Antes han pasado mis suegros, que también se llevan su parte. Antes aún hemos tomado churros y café. Mucho más temprano es cuando llego yo a la biblioteca para leer, no siempre sé si para escribir también. 

La cartera, que nos sube casi todo al sexto, sólo tiene un defecto, si se puede considerar tal: parece que dobla con saña, uno tras otro, los ejemplares de la revista Éléments, pues calcula que es lícito plegar una revista, precisamente esa, siempre la misma, para que entre por la ranura de mi buzón. Pero finalmente es la persona que me trae los libros que en mi rebusca me puedo permitir y que además divierte a mis hijas, pues las dos, aleccionadas por Yolanda, se entretienen la enormidad de un minuto haciendo para mi de correos del Zar de Rusia. No es que entrañe peligro alguno recorrer el pasillo (un luengo pasillo de una casa de las de antes): simplemente su algarabía me hace pensar en una patulea de cosacos a caballo que las persigue.

* * *

Hoy me llega, remitido por St Philip's Books, una librería oxoniense, Antimoderne, de Jacques Maritain, en la edición revisada y aumentada de 1922.

St Philips's Books es una librería especializada en libros de teología, lo que puede ponernos en la pista del antiguo propietario, tal vez un anglicano converso o un católico de 8 abuelos católicos. Debió llegar muy pronto a Inglaterra, y allí vio pasar uno tras otro los gobiernos de su majestad (hasta el día 7 de agosto, según reza en el matasellos).

Su antiguo propietario fue tan escrupuloso como para escribir dos avisos, con una bonita caligrafía, en las páginas 34 y 36.

Página 34: "This page to be transposed [ilegigle] page marked 36".
Página 36: "This should be page 34".

Pienso que mi cuidadoso benefactor, depositario casi 90 años de mi libro, tuvo que ser persona entregada a la abstracción teológica. De los seis capítulos de Antimoderne no le interesó el titulado "Réflexions sur le temps présent", justamente el que yo quería leer. Todos los capítulos están abiertos, menos el mío, que esta tarde me entretengo en abrir.

Juro que lamento no saber nada más del solidario inglés curador del libro. A la vista está, por cierto, que escribir, como acabo de hacer más arriba, "mi libro" o, para distribuir el orgullo a partes iguales, "nuestro libro", es una exageración voluntariosa, pues somos del libro.

Algo, aún no sé el qué, tal vez un billete con estos apuntes, dejaré también en sus páginas para nuestro común amigo (de aquel inglés y mío) que se curará de él cuando recupere su libertad (certus an incertus quando, ya me entienden). Todavía no ha nacido, pero espera noticias nuestras el siglo que viene.

Realismo político

                                                    
El realismo político es la cruz dolorosa del intelectual cristiano.

viernes, 10 de agosto de 2012

Chesterton crítico del maritenismo

Chesterton murió en 1936. Ese mismo año publicó Maritain su Humanisme intégral, puesta a punto de las seis lecciones que pronunció en agosto de 1934 en la Universidad Internacional de Verano de Santander, publicadas asimismo en la eidtorial Signo en 1935. No sé ni veo, hoy al menos, modo de saberlo, si Chesterton leyó a Maritain; no Humanisme intégral, pero tal vez Religion et culture, Du régime temporel et de la liberté o Primauté du spirituel. Se lo tendría que preguntar al traductor de La cosa y otros artículos de fe (Espuela de Plata 2010).

De lo que no necesito confirmación es de la notable refutación avant la lettre del maritenismo (no sé si en la misma medida, debo recalcarlo, de Maritain) que se puede leer en el primero de los pasajes que Chesterton le dedica las "religiones fósiles" en el artículo "Mis seis conversiones", recogido por EG-M precisamente en La cosa.

Las "religiones fósiles", escribe Chesterton refiriéndose mayormente a las confesiones protestantes, no son, como los fósiles, animales muerto o podridos, sino una forma orgánica de la que ha desaparecido toda sustancia vital. Una sustancia de la que han desaparecido todos sus accidentes: "este tal vez sea el mejor símil que podemos encontrar para la verdad acerca de las nuevas religiones" (p. 77). Lo había dicho San Agustín, citado por Gregorio XVI en Mirabi vos: "no pierde su sustancia el sarmiento cuando está separado de la vida, pero ¿de qué le sirve si no vive de la raíz?".

Creo que en este punto se entenderá mejor el puyazo de Chesterton (me temo que dardo, menos castizo, es decir poco) al vagoroso maritenismo postconciliar: "La parte teológica y teórica de su obra se secó con extraordinaria rapidez, y con la misma rapidez el vacío que quedó se llenó de otras cosas. Qué cosas eran está muy claro en muchos casos".

jueves, 9 de agosto de 2012

Camaradas y señores

La revista fundada por Emmanuel Mounier en 1932, Esprit, publicó en febrero de 1933 un número especial sobre la situación de Alemania. Harro Schulze-Boysen entregó a la dirección una "Carta abierta de un joven alemán a Francia". Raymond Aron, que apuraba sus últimas semanas en Berlín, de vuelta de las ideologías y dudando si no sería la suya una "actitud cínicamente realista", remitió a la redacción una "Carta abierta de un joven francés a Alemania".

Schulze-Boysen la escribe con un "Cher camarade" por delante y Aron con un "Mon cher Mounier". Se mire como se mire, el rapprochement franco-alemán entre las dos guerras era imposible. También por las cláusulas de estilo.

domingo, 5 de agosto de 2012

La cachaza de Waldemar Gurian

El politólogo de origen ruso Waldemar Gurian murió el 26 de mayo de 1954. Al año siguiente, en el número de enero de su revista, The Review of Politics, se le dedicó un sentido homenaje.

Hannah Arendt le definió allí como un hombre de muchos amigos que supo ser amigo de todos, sin distinguir entre hombres y mujeres, laicos y clérigos, modo de vida, condición social o nacionalidad. Sabiendo cercana su hora viajó a Europa para despedirse de ellos. 

Tal vez se le pasó por la cabeza en ese viaje visitar a su viejo maestro, a quien muy poco antes, en mayo del 51, habían permitido las autoridades francesas salir de Alemania y viajar a la España de Franco (sobre la que ofreció una notable conferencia de la que se habla poco y en la que en parte discierne el secreto de la autoridad de Franco).

Pero reconciliarse con él y acabar con el incendio que él mismo provocó, "La leyenda de Carl Schmitt", era demasiado, incluso para una persona tan amistosa como él. 

P. S. ¿Alguien que no sea Alain de Benoist se atrevería en Francia a pedirle a Zarka que abandonara su miserable modo de explotación de los pecados del prójimo?

sábado, 4 de agosto de 2012

Maritain y las dictaduras católicas

A Maritain no le austaba la "democracia orgánica". Tal vez le escuchó el término a Fernando de los Ríos, o a alguno de sus discípulos, en agosto del 34 en Santander. La "orgánica" le parecía la verdadera democracia personalista, comunitaria y pluralista, a la sazón parasitada por Rousseau y Proudhon. El modo de la autoridad en ella practicado no era partenalista ni burocrático, sino de compagnonage. Aunque no se sepa muy bien, la verdad, que quería decir Maritain con ese término, para mí evocador de la camaradería de los Compagnons de la Libération, incluso de la masonería.

El gran error de las democracias de la postguerra era, según Maritain, el sufragio personal inorgánico, aliado demoníaco del "caballo de Troya de la representación proporcional". Muy superiores juzgaba las virtudes del sufragio corporativo, aunque el debate sobre esta y otras cuestiones anejas se falseó en la Europa de los años 30: en una atmósfera de amenaza, en los regímenes demoliberales inorgánicos bastaba con calificar de fascista o comunista una reforma para hacerla imposible. Es lo que sucedió en España en 1931 con la segunda cámara de representación orgánica anhelada por el krausofascista a su pesar Adolfo Posada, icono del constitucionalismo de izquierdas. O más tarde, en el franquismo, con las "asociaciones políticas".

Maritain era también enemigo de la partitocracia y partidario del presidencialismo, única organización del poder ejecutivo capaz de hacer "al Estado y al gobierno independientes de los partidos políticos".

El paisano del Garona, simpatizaba con el tipo de "dictadura católica" personalizada por Salazar en Portugal, que cuidadosamente distinguía del autoritarismo de Dollfuβ. Al General Franco le colocaba en otro plano: en el de lo detestable. Le aplicaba el artículo de la cerrrazón francesa para el catolicismo y la política españolas. Como Aron, quien aun reconociendo su error de juicio en 1936 sobre la legalidad de la República y la ilegitimidad de la sublevación, se resistía, en Démocratie et totalitarisme, a incluir la dictadura constituyente de desarrollo de Franco entre los regímenes "despolitizadores".

viernes, 3 de agosto de 2012

Maritain: de Canossa a la Democracia cristiana

A primeros de septiembre próximo, del 5 al 8, acudiré a Estrasburgo. El Instituto de Estudios Políticos de la Universidad celebrará un Coloquio internacional sobre "La libertad en la época de Jacques Maritain", centrada en su obra, compromisos y vicisitudes de los años 30. Por eso, desde mediados de julio me he dado a la lectura de un autor que no conocía. Bien mirado, me resultaba incluso antipático, tal vez por la polvareda que en España y Argentina levantó su actitud, tan republicaine, tan autosuficiente ante la Guerra de España.

Pero en la obra del Maritain de los años 20 he encontrado a un filósofo católico sumamente interesante. No sólo por el viaje, que a sus expensas, he hecho por Bloy, Péguy y el Renouveau Catholique de Francia. Que por ciero explica muy bien el propio Maritain, con nombres, libros y revistas en un artículo de Foreign Affairs de enero del 42: "Religion and Politics in France". Está escrito, ad usum delphini, para el gaullismo y La France Libre, pero eso es otro asunto.

He leído Humanisme intégral de 1936, que procede inmediatamente del curso profesado por Maritain en la Universidad Internacionald de Santander en agosto del 34; al mismo tiempo, Principes d'une politique humanista, de 1945. Después Du Régime temporel et de la liberté (1933) y Religion et culture (1930). Por último el extraordinario Primauté du spirituel (1927), que marcó su ruptura oficial con el maurrasismo y L'Action Française. No he conseguido de momento Antimoderne, ni en la primera edición del 22, ni en la revisada y ampliada del 27. Como contrapunto creía obligado también leer Le paysan de la Garonne (1965).

Humanisme intégral es la divisoria del tercer Maritain: la afirmación de los principios y, al mismo tiempo, la preparación de los cambios sobrevenidos a lo largo de esa década y, sobre todo, generalizados en Occidente al acusar el autor francés, en los 40, el impacto de la política y la vida civil e intelectual de los Estados Unidos. Con todo, un libro como Principes d'une politique humaniste, referente práctico de la democracia cristiana de la postguerra (como Humanisme intégral será teórico), no es cualquier cosa: por su crítica al maquiavelismo, en el famoso último capítulo, pero también por su alegato en favor de una "democracia orgánica", la crítica a la partidocracia, la defensa del poder ejecutivo (instruido, según creo, por las teorías constitucionales del Interbellum de Mirkine-Guétzevitch). La cosa es que, de principio, el régimen maritainiano no parecía muy distinto del franquismo posterior al Fuero de los Españoles (1945).

El esfuerzo de Maritain por distinguir los medios políticos legítimos de la política de un régimen asimismo legítimo es más que meritorio, pero creo que ni siquiera los maritainianos le han dedicado atención, más allá de un puñado de vulgaridades. Por eso hace bien Umberto Ludovico, autor de una espléndida tesis sobre la teología política de Maritain y su debate con la politische Theologie alemana, al aconsejar que se separe al autor de sus pedisecuos (U. Ludovico, Jacques Maritain e la teologia politica del Novecento. Universidad de Venecia 2009).

Maritain fue un escritor contradictorio, a lo que tenía derecho. Del socialismo dreyfusard y del anticlericalismo de la III República, mediando su conversión (Léon Bloy fue su padrino de bautizo), paso a Maurras; de ahí a la defensa, como pocos escritores católicos supieron hacerlo, de la teología política de Pío XI, formulada oficialmente en su primera encíclica, Ubi Arcano Dei, de 1922. Quas Primas, de 1925, no era otra cosa que la institución de la fiesta litúrgica de Cristo Rey, congruente con las posiciones de 1922 ("la paz de Cristo por el Reino de Cristo"). Después de todo eso patrocinó, o eso parece, experimentos políticos muy alejados de la doctrina pontificia del preconcilio.

Mauriac, defendiendo a Maritain de los ataques de la derecha por su ligereza al negar legitimidad al Alzamiento nacional del 18 de julio, se refería a ál como "ce bien aimé Jacques". Aron, que sentía gran simpatía por "cet homme de bien", seguro que lamentando en su fuero interno la dureza con que Maritain trató a Saint-Exupéry, anhelante de la unión de los franceses, le consideraba una de las "consciences des français d'Amerique" (la otra era, naturalmente, Saint-Ex). Pero está también, para ser recordado, el trato que Maritain dispensó a uno de los vencidos de Europa, a Schmitt, viejo amigo católico. Las razones de su frialdad hay que buscarlas en su mujer, de origen judío, Raïsa Maritain, y en la opinión de Waldemar Gurian. Es fácil deducirlo, pero lo relata y documenta U. Ludovici, quien tambien explica, por las mismas causas (cherchez la femme), el desentendimiento de otro viejo amigo, Pierre Linn. Es comprensible y humano, como también lo son las opiniones que en su Glosario le dedica al Paysan de la Garonne el Viejo de Plettenberg: traidor a Bloy, de cuya herencia sólo ha conservado el odio a Alemania.

La respuesta de Maritain a Saint-Ex, "Il faut parfois juger" (1943) [A. de Saint-Exupéry, Écrits de guerre 1939-1944, pp. 221-229], es una invitación, por amor a la verdad, a hacer lo mismo. 

Entre el viejo laico que exultaba porque "la Iglesia católica romana que el 8 de diciembre de 1965 clausuró el II Concilio del Vaticano", en palabras del Discurso de Paulo VI a la Nobleza romana (14 de enero  de 1964), "ni quiere ni debe en lo sucesivo ejercer otro poder que el de sus llaves espirituales", y el teólogo político que en 1927 defendía el poder temporal de la Iglesia ratione peccati y afirmaba que "Canossa siempre será un consuelo para los corazones libres", no hay término medio posible. De modo que también aquí il faut juger.