jueves, 23 de marzo de 2017

Demographica

La demografía europea limita con la guerra civil. 
La cuestión no tiene vuelta atrás cuando la disyuntiva "O nosotros o ellos" se convierte en "O nosotros o vosotros". 
Es el "materialismo demográfico" de Gunnar Heinsohn, pero que tiene raíces muy anteriores a las que echa su libro de 2003 Söhne und Weltmacht. Terror im Aufstieg und Fall der Nationen.

domingo, 19 de marzo de 2017

Amitiés, monsieur Stakhanov

Del mismo viaje a Brasil en el que aprendo más sobre la democracia que en los libros de Giovanni Sartori, descubro también que la materia prima de toda sabiduría política es la anécdota. Lo dice Julien Freund. No me extraña que las regularidades políticas sean siempre banalidades superiores.

Bajo la enorme impresión de mis observaciones, ajenas por completo a las conferencias y lecciones ad hoc sobre Carl Schmitt, generalmente repetitivas y profesorales, escuchadas en una reunión internacional, la primera celebrada en aquel poderoso Portugal ultramarino, regreso a casa con un extraño sueño en el magín: la conversión al catolicismo de M. Stakhanov.

No hago caso y lo achaco a las radiaciones del hemisferio occidental. Lo curioso es que en mi sueño no me sorprende ese giro espiritual que dejaría pequeñas las conversiones del renouveau catholique de hace un siglo. Me veo con él delante de la fachada barroca de la catedral de Santa María de Murcia. Salta entonces por los aires el decorado y los dos nos encontramos y nos sostenemos la mirada recogiendo estampas piadosas en la basílica de Nuestra Señora de Luján. Después, en una soledad perfecta, releo la traducción española de Comment peut-on être païen?, publicada por Ediciones Nueva República. Es un ejemplar que se ha salvado del secuestro judicial y que tienen anotaciones y tachaduras de la mano del autor. No recuerdo las razones, pero la conversión se me hace transparente al leer sus propias acotaciones manuscritas. La misma impresión me causa su diálogo con Thomas Molnar sobre L'éclipse du sacré. A continuación escribo una rendición de cuentas sobre el caso A2B que debe leer Carl Schmitt para enmendar así la primera frase de su Catolicismo y forma política: "Es gibt einen antirömischem Affekt".

Solo a CG y a DGH, a este en diciembre último, les he contado, tal vez con menos detalles, este sueño de los primeros días de noviembre de 2012. De aquel sueño ha guardado también esta anotación imaginaria sobre el estajanovismo de M. Stahkanov, que completa, a su vez, otra anterior, en este caso real, decantada en el hotel de Totana mencionado por Alain de Benoist en una "conversación inacabada": el estajanovismo encuentra en el mundo un objeto para exaltar la inagotable productividad de la inteligencia; en cierto modo, se trata de la última expresión antirromántica posible del espíritu romántico.

Herzliche Grüße, Herr Maschkiavelli

La democracia es un sinsentido metapolítico, sobre todo cuando se decide prolongar una visita turística o cancelarla. Una de las inteligencias superiores que viajan en el mismo microbús que uno, sufragista pasivo de un modesto colegio electoral que comprende en su censo la mitad de toda la estirpe del realismo político europeo, es preguntada y responde.

En su existencia accidental, este breve colegio se asemeja a cierto tipo de agrupaciones sobrevenidas estudiadas por Gustave Le Bon en su libro de intuiciones sobre la psicología de las muchedumbres.

El que puede preguntar y pregunta, un profesor de Filosofía del Derecho de una facundia extraordinaria, pide opiniones más que respuestas. Nos interpela como electores. Sondea nuestro apetito, no nuestra auctoritas.

El conteo da una mayoría aplastante a favor de una opción. Se trata de un plebiscito: o sí o no, de una disyuntiva política pura: o continuar o regresar. La política, antes de expresarse en la guerra, constituye un duelo lógico. Por eso, cuando se multiplican las opciones se cambia también la naturaleza del problema, transformando la disyuntiva en un ridículo test académico. Es la antipolítica de los presupuestos participativos, una "derivación" deliciosa para uso de populistas de izquierdas.

Pues bien, inclinándose la mayoría, una mayoría casi soviética, de más del noventa y cinco por ciento, por el regreso, se decide continuar. Maschkiavelli ironiza: "Te preguntan para no hacerte caso". Le duelen las rodillas y suspira casi imperceptiblemente: Cette drôle de démocratie! Este espíritu carnal y telúrico, también hostigado por la clase discutidora en el corazón del Brasil, se fuma entonces un parliament y me habla de Donoso Cortés, su espíritu congenial.

El complejo de Ockham y su antídoto

Brujuleo en las ondas y por instinto arribo a los puertos del imperio interior de Alain de Benoist, un espíritu telúrico que no soporta la homogénea unidad del mar. Los océanos, el inmenso océano, the watery part of the world, no conoce fronteras ni alteridad. Por algo dice san Juan que después de la lucha postrera del segundo milenio "el mar no existía ya".  

En la radio, de camino a la facultad, el miércoles de ceniza, se ha formado una gran polvareda de palabras a propósito de los latrocinios de un gandul -Pla lo dice de Eugenio d'Ors con mucha gracia-, de un pobre diablo exaltado a la presidencia de un "excusado con bandera e himno", después de haber sido espolique de su predecedor, conseguidor, alcalde de su pueblo y delegado perpetuo de curso en su facultad, en Granada, no hace tantos años.

Acabo de releer, ahora que tengo el libro, la "Confesiones de un renegado (balance extremadamente provisional)", un texto soberbio de GM incluido en un tomito sobre el mayo del 68 de la Nueva Derecha. No puedo pasar de largo sin la gustosa primalectura de las experiencias de De Benoist en aquel memorable mes de la Virgen. Entonces era expulsado del país Dany le Rouge, de todos aquellos botarates el que, a juicio de De Benoist, mejor ha envejecido.

Estas simpatías de Alain son para mí un misterio, pues en 1998, fecha de edición de este memorial coral, Daniel Cohn-Bendit vive cobrando de eurodiputado desde 1994, no anarquista ni comunista, sino verde que te quiero verde. A pesar de todo, a De Benoist, una de las minervas más luminosas de Francia, da igual si contamos a partir de Charles Maurras o de Clodoveo, le parece que su patria hubiera hecho bien en quedarse con Cohn-Bendit y extrañar a todos los demás. Sobre los corsi e ricorsi maurrasianos en A2B, ahora que tengo fresco el recuerdo de las seis mangníficas entrevistas grabadas por Paul-Marie Coûteaux para TV Libertés y mi conversación de anoche con el girardiano DGH, no puedo apuntar ahora mucho más, pues me inquieta el complejo de Ockham.

Si me defiendes con tu espada te defenderé con mi pluma, le decía el franciscano Guillermo de Ockham a Ludovico. El noble Antonio Machado, contagiado en su vejez por el mismo complejo político, le escribe a Enrique Líster un soneto con el famoso envío: Si mi pluma valiera tu pistola. Pero Líster, uno de los estrategas comunistas de Elda, tenía nombre de cuatrero de wéstern, no de emperador bávaro.

La inteligencia política nace de la decepción, de la marcha atrás y la retractación, del "sentimiento de repetir muchas opiniones que, de pronto, te parecen falsas". Cuánto recuerdan estas palabras de A2B aquella déception surmontée de Julien Freund, socialista según sus condiciones vitales objetivas y no por sucedáneo intelectual obrerista: "En lo sucesivo he experimentado la necesidad de trabajar exclusivamente en el plano de las ideas y, en la medida de mis posibilidades, partiendo de cero".

Me deja muy pensativo su pensamiento sobre la actividad política: aunque pueda resultar gratificante, no deja de ser una pérdida de tiempo. Es el antídoto para la soberbia política del intelectual. Donde nace el pecado sobreabunda la gracia, sí.




miércoles, 15 de marzo de 2017

Esperando pacientes al señor Müller-Armack

Esperamos en la antesala de la consulta Y y yo. El motivo es gozoso, pues esperamos nuestro tercer hijo. Una conocida de ella nos da conversación. En el periódico regional busco alivio, pero un manifiesto inmaculado contra la corrupción firmado, como diría Montiel, por botafumeiros, traspuntes, cómplices, mártires y tontos útiles me devuelve a la realidad del policlínico.

En unos pocos minutos, el pensamiento de esta chica se vuelve para nosotros traslúcido, como el tiempo que vivimos con tanta incertidumbre. Habla sin reserva. Es más joven que yo, pero sus palabras tienen tanto aplomo que parece que las han atravesado no uno, sino varios siglos. Sus padres, ya mayores, son la coartada perfecta: desde 1968, con el permiso de Juan Jacobo, siempre hay alguien a quien culpar por nuestras resoluciones abominables.

Su hijos van a un colegio religioso para que reine la paz familiar. Por la misma razón política los bautizaron y les harán comulgar en mayo. Pero no van a celebrar especialmente un "simple contrato" en el que sus hijos se "comprometen a ser personas". Parece una definición posmoderna de la Primera Comunión que nos hace pensar, a Y y a mí, feligreses de una parroquia castrense cuyo cura tampoco le gusta a nuestra amiga, que está sacada de las páginas de Ecclesia futura, del padre José Antonio Fortea.

Repudia la institución eclesiástica, con sus oropeles y su hipocresía. Con todo, le gusta Francisco y dice conservar la fe evangélica. Estas opiniones están desde hace más de doscientos años al alcance de cualquiera.

De pronto veo en el espejo que tenemos enfrente la imagen de Alfred Müller-Armack, que está leyendo su libro El siglo sin Dios sin dejar de hacer visajes. Se ve que nos estaba esperando. La chica está desnudando su alma. Nos explica que a sus hijos les explica que la abstinencia de los viernes cuaresmales es una obligación mohosa y anticuada, como de "hace cuarenta años". Miro a don Alfredo pensando en la reductio ad Francum y tengo la impresión de que ha captado mi pensamiento. Lo moderno e higiénico es la dieta triste y rigurosa a la que todos se someten en casa, como los moros al Corán.

En este punto toma la palabra el Sr. Müller-Armack y enuncia las leyes del declive de la fe. El alejamiento de lo religioso traslada el inexorable "acto religioso [...] a una esfera que no le resulta adecuada". Semejante traslación supone la separación de una religión determinada para, sin solución de continuidad, encuadrarse en otra. Se trata de la formación de ídolos, un remolino de contradicciones.

Universitas

Almuerzo en el campus de la ciudad con una doctoranda en plena vía dolorosa. Se encuentra al final de la elaboración de su tesis, un estudio sobre un sociólogo de la paz con facha como de Tartarín de Tarascón. Me llama la atención que este irenólogo sincretista prefiera la carnalidad del sur de Europa a las brumas boreales.

Dejo mis asuntos, los perentorios y los peregrinos, y hago con ella el cirineo.

Detrás de mí, por sus comentarios intempestivos, reconozco el timbre rotundo de un buen amigo. Jubilado, pasa sus horas en la hemeroteca Clara Campoamor, una inversión millonaria de cuyas soledades apenas si disfruta él exclusivamente, de diez de la mañana a ocho de la tarde. Alguien, cuya voz no reconozco, lamenta el atropello académico del que acaba de ser objeto, aspirante a una cátedra de Derecho Administrativo. Escucho una respuesta que pasma a casi todos los comensales de la sala, solicitantes también de algo o acreditables, meritorios todos: "... La universidad española está destruida, es una mierda. ¿Para qué quieres ser catedrático de una mierda?". Dicho lo cual sigue con su perca al horno.

martes, 7 de marzo de 2017

El Cabo austriaco y su espíritu telúrico

El 9 de noviembre de 1982 el constitucionalista italiano Fulco Lanchester entrevista a Carl Schmitt en su casa de Pasel, en Plettenberg. En el San Casciano del Viejo del Sarre. La conversación, que dura tres horas, se graba en un magnetófono. El resultado, "Un giurista davanti a se stesso. Intervista a Carl Schmitt" se publica al año siguiente en los Quaderni costituzionale, nº 1, 1983. Pero Schmitt, tal vez, no desea ver aireadas esas confidencias suyas a Lanchester. Giorgio Agamben la recoge en 2005, junto a otros textos y entrevistas preciosos (un coloquio radiado el 1 de febrero de 1933 o una conversación con Dieter Groh y Klaus Figge, asimismo radiada en las estaciones del Südwesfunk de BadenBaden el 6 de febrero de 1972) en Un giurista davanti a se stesso. Saggi e interviste (Neri Pozza, Vicenza 2012). En esta edición, la segunda, acabo de leerla esta mañana.

La frescura y la libertad de sus opiniones convierten esa entrevista en el boceto de un autorretrato delicioso. No hay manera de acabar con él. Da igual que lo conviertan en "tema" de tesis doctorales los idiotas de los que habla sin recatarse.

Schmitt es un fuera de serie. Un espíritu de la cofradía de los ángeles custodios del realismo político. Ese "nivel" impone unas condiciones al lector. Es problema de cada uno someterse a ellas o no hacerlo. Desde luego, no son bien recibidos ni los románticos, ni los moralistas, ni la mezcla de ambos, a saber: cierto tipo de profesor universitario que nos fatiga con sus escrúpulos morales y sus chismes estupefacientes.

En 1942 aparece Land und Meer, cuya edición original dedicada, me tiene prometida JB. En su conversación con Lancherster, Schmitt se muestra orgulloso de la edición Maschke de ese librito, aleación de la experiencia histórica con sus vivencias personales. De hecho, se lo ofrece en la primera página a su hija Ánima, "una niña que entonces contaba doce años": Meiner Tochter Anima erzählt. Escrito cuando se libra en África la batalla de El Alamein, un almirante le escribe, recién publicado, para pedirle cuentas por la dedicatoria: "¿Por qué lo dedica a una niña y no a Adolf Hitler?". Cualquiera, en esas circunstancias, se habría salido por la tangente poniendo alguna excusa. Treinta años después podría también haber recordado que Hitler era un ignorante o un criminal o que le faltaba un huevo o los dos. Está claro que a Schmitt no le importa gran cosa lo que puedan pensar de él los señoritos de la Santa Hermandad.

La respuesta de Schmitt al almirante que pregunta -Álvaro d'Ors recordaría en este punto que pregunta quien puede y responde quien sabe- es de una sencillez y una obviedad casi banales: "Hitler nunca ha visto el mar. Nunca se ha embarcado. Una vez llega a Budapest por el Danubio". ¿Cómo se le puede dedicar un libro sobre espumadores del mar, piratas y cazadores de ballenas a alguien que nunca ha sufrido el más leve mareo a bordo de un barco?    

jueves, 2 de marzo de 2017

Katzbalgerei y désespoir

Decía el general prusiano Gerhard von Scharnhorst que la política es una lucha exasperante y sin objeto por el poder. En cambio, al felibre Charles Maurras, un romántico antorromántico, le parece que la desesperación en política es una estupidez. Sería largo de explicar, pero lo Scharnhorst no quita lo Maurras.