viernes, 8 de abril de 2011

Viajero estable

Me sugiere DN otro nombre para mi genealogía de los realistas políticos: John Gray. 

La noticia me ha encontrado desprevenido y ha cancelado mis jornadas por los reinos del norte de la India, exactamente en el punto en el que el príncipe Chandragupta (Sandrocoto para los historiadores griegos), entonces un niño, veía pasar un día a Alejandro Magno. Todavía no le había adiestrado en el arte político el espantable general Kautilya, de quien decía Max Weber que Maquiavelo, a su lado, resultaba totalmente inofensivo.

Pero Gray y yo no somos espíritus congeniales. Muchos mayores son mis afinidades, en cambio, con Oakeshott, en cuya obra me instalé anoche como viajero estable. A la espera de agenciarme su Racionalismo político y otros ensayos (FCE, México 2000), me sobra con la vislumbre desencantada de la política que me sobresalta en La política de la fe y la política del escepticismo:

Una llanura oscura
sacudida por alarmas confusas de combate y fuga,
donde ejércitos ignorantes se enfrentan por la noche.

Angustiada evocación de la que habría gustado el general prusiano Scharnhorst, para quien el arte de gobernar era una

Katzbalgerei,

una riña de gatos en un terrario, exasperante y sin objeto.

De la opinión de Scharnhorst lo único que me sorprendre es que lo diga un hombre cuyo abrigo olía  al azufre de los artilleros; él, que había visto de todo en el campo del honor.

Sin llegar a estos extremos de la desazón (¡ay, la condición humana!), me gusta también esta representación de la actividad política:

In political activity, then, men sail a boundless and bottomless sea; there is neither harbour for shelter nor floor for anchorage, neither starting-place nor appointes destination. The enterprise is to keep afloat on an even keel; the sea is both friend and enemy; and the seamanship consists in using the resources of a traditional manner of behaviour in order to make a friend of every hostile occasion,

un mar sin orillas y sin fondo.

[De MO, Rationalism in politics and other essays. Londres, Methuen & Co. Ltd. 1962, p. 127, primera edición, por cierto, que mantendré a la vista los próximos días.]

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