Lo escriben en periódicos y lo leen por las radios.
Al dogal político (debe leerse: económico) de la nación lo llaman ahora soft power.
lunes, 30 de abril de 2012
lunes, 23 de abril de 2012
La Españolada [Fernández Flórez y Croce]
Decía Fernández Flórez que la Españolada era algo muy serio. A mi me parece mucho más que un género literario: una catarsis patriótica. La apoteosis nacional. La otra fiesta.
El esquema psicológico de la españolada es muy simple: el gusto de los españoles por entretenerse haciendo de españoles. Las reglas de arte, pocas y bien tasadas: representarse a sí mismos según los tópicos foráneos de lo hispánico, generalmente románticos. Por definición, el meollo de la españolada resultará inasequible a la razón utilitaria de los otros europeos. Tanto monta el bello ensayo de García Valdecasas sobre El hidalgo y el honor, razonamiento irónico, como la extraordinaria película de Fernando Merino, cima de las de su clase, Los subdesarrollados.
Fernández Flórez escribía con arrogancia, orgullo es decir poco, sobre esta materia grave medio siglo antes de que los cines españoles se llenaran con un reclamo parecido en el nivel del tiempo: desarrollismo y turismo (fraguismo).
El esquema psicológico de la españolada es muy simple: el gusto de los españoles por entretenerse haciendo de españoles. Las reglas de arte, pocas y bien tasadas: representarse a sí mismos según los tópicos foráneos de lo hispánico, generalmente románticos. Por definición, el meollo de la españolada resultará inasequible a la razón utilitaria de los otros europeos. Tanto monta el bello ensayo de García Valdecasas sobre El hidalgo y el honor, razonamiento irónico, como la extraordinaria película de Fernando Merino, cima de las de su clase, Los subdesarrollados.
Fernández Flórez escribía con arrogancia, orgullo es decir poco, sobre esta materia grave medio siglo antes de que los cines españoles se llenaran con un reclamo parecido en el nivel del tiempo: desarrollismo y turismo (fraguismo).
Tres siglos atrás, cuando Francia y sus modas eclipsaron la influencia de España en Italia, hacia 1680, apareció ya la cosa y también la palabra.
El gran historiador del liberalismo, Benedetto Croce, decía que fueron aquellos también los tiempos en que las cosas de España tomaron un aspecto vacío, hinchado, caricaturesco, casi ridículo, al extremo que se creó la palabra españolada, en sentido eminentemente despreciativo.
Así, con una espina, nos pudimos sacar otra.
Así, con una espina, nos pudimos sacar otra.
De los viejos odres
Sí, todo tropieza y vuelve.
¿Acaso no se nos quedan en el tintero las decenas de archivos que aseguramos adjuntar a los correos y que, sin embargo, por no aparecer, nos reclaman al día siguiente?
¿Acaso no se nos quedan en el tintero las decenas de archivos que aseguramos adjuntar a los correos y que, sin embargo, por no aparecer, nos reclaman al día siguiente?
domingo, 22 de abril de 2012
Más del correo
Acabo de agradecer a su hijo un tarjetón y el libro de poemas Christmas 1971-1972. A lo largo del año, de Marcelo Catalá. Le pedía copia de lejanas conferencias sobre la previsión y la política social, pero no las encuentra. En cambio me hace llegar esa "pequeña cosecha de intimidad" de su padre.
En el prólogo se retrata su autor con un epigrama que vale para tantos españoles del Antiguo régimen, de cuya abnegación, laboriosidad e ideales nadie debería dudar:
Esta vida mía, ya bastante larga, la pasé en buena parte en mi trabajo, que presté apasionadamente, no por virtud, sino porque mi quehacer era generoso y servía objetivos limpios.
Del correo
No acusé recibo de su libro entrevista Traidores nunca duermen. Tampoco del que viene con prólogo suyo y dedicado a Drieu. Hace unos días me llegó su carta. Le preocupa la descomposición moral y espiritual de algunos amigos comunes, pero también ese mismo mal que hace diana en la voluntad. Un recorte de la Frankfurter sobre Medellín, que hemos conocido juntos él, Yolanda y yo. Además, cuatro notas mecanoscritas con sus agudas glosas sobre Carl Schmitt, hombre y mito: Carl Schmitt und kein Ende. Notizen von Günter Maschke.
* * *
Decía Paul Valéry que con Setendhal no había forma humana de acabar, pues no tenía fin. No concibo, decía, mayor elogio. Algo parecido sucede con Schmitt.
* * *
Conversación con Carl Schmitt (1979)
Schmitt: Heidegger decía que Hölderlin era el más grande de los poetas alemanes. ¡Una falsedad absoluta! El poeta alemán más grande es Theodor Däubler. Si Heidegger hubiera encontrado no en Hölderlin, sino en Däubler al mejor poeta alemán, él -Heidegger- habría sido para Husserl lo que Richard Wagner fue para Meyerbeer. ¿Lo entiende usted, señor Maschke?
Maschke: No.
* * *
Schmitt en Hispanoamérica
El Vicealmirante Luis Giampietri, durante muchos años jefe de las tropas especiales peruanas, "probablemente el más temido enemigo de Sendero luminoso, era un lector apasionado de Schmitt en traducciones españolas e italianas. Quien había asistido a cientos de funerales por sus hombres, quien había participado en la lucha contra la guerrilla urbana en las calles de Lima, quien había sobrevivido a las granadas le dijo a mi correspondiente a principios del verano de 1992: "No entiendo la polémica sobre este hombre [Schmitt], es un pensador completamente inofensivo".
En 1948 le ofrecieron a Schmtit la posibilidad de exiliarse en Argentina vía Suiza. "¿Por qué desechó esos planes?", le preguntó GM en 1980. Respuesta de Schmitt: "Debo vivir aquí, donde mora mi enemigo. Además, para mi vale eso de que un viejo árbol no puede ser trasplantado". Como GM sabía su buen español le replicó señalándole que esto hubiera sido para él una gran ventaja. "¿De qué ventaja habla usted? ¿Para qué?". Respuesta de GM: "¿Le parece poco dejar de ser el Kronjurist del Führer y adoptar el delicioso sobrenombre de Kronjurist de Evita Perón?
sábado, 21 de abril de 2012
Y nada es relativo
Más de cinco horas de viaje el lunes 16 de abril. Trabajo en el Ateneo. Voy y vengo al mesetón de los auxiliares. Encuentros sobre ismos y política con el profesor Dalmacio Negro: Carmelo Jiménez, Luis Bueno y yo mismo. Schmitt. El mito del hombre nuevo. El Arthasastra de Kautilya. Cena en Ananias, cerca de ICADE, de toda la vida. Miguel Ayuso. Consuelo Martínez-Sicluna. Jorge Sánchez de Castro. Sin mis hijas, comprobado, tampoco duermo ya. Es ya martes. Más Ateneo, en el que ahora reina Carlos París, pero en tiempos Rafael Calvo. No hay retrato de Donoso en el corredor de la Cacharrería. Almuerzo en casa de Jorge y Rosa. Tallarines con espárragos. Deliciosos, R. Me sigue gustando En el gabinete, de Dis Berlin, que te agenciaste hace cinco años. No están los niños. Después paso dos horas estupendas en casa de Luis Buceta, lejano auxiliar gratuito en la cátedra de Política social de Federico Rodríguez. Me regala, en tapa dura, la edición de los apuntes de la asignatura de 1963.
En el tren me saco un billete del bolsillo en el que llevo apuntadas dos referencias de Luis del Valle, tomadas del Au fil des revues de la Revue Internationale de Sociologie: "La lucha contra el paro en Zaragoza" y "La política económica, complemento de la organización corporativa" (Revista del trabajo, enero-marzo y julio-septiembre de 1930). Gran botín de mi razzia en el Ateneo.
¿Habrá quien pregunte "Once horas de tren para esto"?
jueves, 19 de abril de 2012
Oración
La chica del metro, entre Tirso de Molina y Bilbao, viajaba con la cabeza inclinada sobre el pecho. Las dos manos, por debajo del mentón, entrelazadas con gran delicadeza.
Los afanosos dedos pulgares me hicieron ver que escribía mensajes, no sé exactamente con qué máquina ni de qué especie.
Pero yo sigo pensando que rezaba.
Los afanosos dedos pulgares me hicieron ver que escribía mensajes, no sé exactamente con qué máquina ni de qué especie.
Pero yo sigo pensando que rezaba.
domingo, 15 de abril de 2012
Rapanui
Mañana, en la Universidad Pontificia Comillas, continúa el diálogo con sus discípulos del profesor Dalmacio Negro. Encuentros sobre ismos y política es el título para disimular lo evidente: el homenaje académico al maestro y amigo. Hasta la fecha han intervenido Consuelo Martínez-Sicluna, Elio Gallego, Miguel Ayuso, Pedro Gago y Paloma de la Nuez. Se han programado para el final las ponencias de Carmelo Jiménez, Luis Bueno, la mía y (dentro de una semana) la de Armando Zerlo.
Tengo que hablar del realismo político, saltando desde Kautilya hasta Raymond Aron. Al salir a la calle y doblar la esquina de unos pasajes sobre "Cristianismo y descivilización en Europa", comentarios a un libro del profesor Negro publicados en 2006 en Ius Publicum, de la Universidad Santo Tomás de Chile, me encuentro con una meditación sobre los "Rapanui, pueblo que mira al continente". El autor, "profesor de cultura rapanui en la Academia Diplomática Andrés Bello", relata el abandono de la Isla de Pascua, despreciada por los colonialistas franceses mientras veía diezmada su población por las enfermedades y las incursiones esclavistas y piratas. Precisa también en qué condiciones el Obispo de Tahití intimó a las autoridades francesas a declarar el protectorado sobre la isla y, ante el silencio de estas, a la República de Chile.
El 9 de septiembre de 1888 el marino chileno Policarpo Toro firmó con los representantes investidos por el consejo de los Rapanui el acuerdo de cesión de la isla, en lengua española y rapanui. En el documento de cesión, siendo breve, hay una cláusula general muy literaria:
Hemos acordado escribir lo superficial. Lo de abajo, el territorio, no se escribe aquí.
Esa agudeza filosófica explica por si misma la supervivencia de un pueblo que poseía un refinado sentido de la interioridad.
El "profesor de cultura rapanui" señala algo maravilloso sobre las consecuencias del extremo aislamiento insular del pueblo de los moai. A cuatromil kilómetros del continente americano:
su retorno a la Edad de Piedra se ahonda al quedar desvinculados de los demás grupos humanos y no poseer otra fuente de renovacón cultural que la naturaleza volcánica de su isla, el océano, las estrellas y su propia interioridad.
Así, de pronto, no me parece poca cosa: volcanes, océanos y estrellas en un alma que parece kantiana.
sábado, 14 de abril de 2012
El inri de Alejandro
Alejandro el Grande, con enormes dificultades, conquistó la India. Más bien una parte de ella. Fundó seis satrapías: tres al este del Indo, entregadas a la administración de sendos virreyes indios, y tres al oeste, gobernadas por griegos (Peitón, Nicanor y Oxyartes, cuñado de Alejandro). Aquella grandiosa aventura de finales del siglo IV antes de Cristo alimentó el relato de los historiadores favorables a la causa griega. La muerte de Alejandro en el 323 a. C. y el colapso del imperio le coronaron como la primera gran leyenda política de Occidente. Las docenas de repúblicas y monarquías indias, al menos en las fuentes griegas y romanas, no son sino objetos de la primera política universal.
De Bucéfalo sabemos que murió en la batalla contra el rey Poro, mientras le curaban una heridas. Le dolió tanto su muerte a Alejandro que edificó una ciudad para ponerle su nombre: Bucefalia. Murió también por entonces Perita, su fiel perro, y cuenta Plutarco que por eso fundó Alejandro una ciudad con su nombre. Mucho menos se sabe de Sandrocoto por fuentes grecolatinas. Plutarco cuenta que el primer emperador de la India "vio a Alejandro en persona" siendo un muchacho.
Pero donde las dan las toman.
Chandragupta, el unificador de la India, fue instruido por Kautilya, quien le internó durante ocho años en la famosa escuela de Taxila, consagrada a la formación filosófica y militar de los hijos de las castas superiores (Kasatriyas y Brahmanes), venidos de toda la India. En Taxila, un día del 326 a. C., Chandragupta, que contaba 15 años, estuvo cerca de Alejandro. En los anales de la dinastía Maurya, particularmente en los pasajes dedicados a la unificación de la India y a la liberación del yugo griego, El Gran Alejandro se convierte en Alikasudara. En la literatura sánscrita únicamente se le menciona una vez: Alasa-Chandakosa.
El Magno, el Enorme Alejandro hizo retroceder la línea del horizonte que se divisaba desde los puertos griegos. Se casó con Roxana por amor. Y en Persia se hizo traducir el epitafio de Ciro El Grande: Amigo, quienquiera que seas y vengas de donde vengas, porque sé que vendrás, yo soy Ciro, el que adquirió para los persas su imperio. No me envidies por este poco de tierra que recubre mi cuerpo. Pero la literatura india tradicional ignora absolutamente al conquistador. Cuando le recuerda, it was only in the form of a bogey called Skanda, used to frighten naughty children.
jueves, 12 de abril de 2012
:y
Creía que se trataba de una errata: tan esquiva como para sortear media docena de correcciones; tan cruel que, ya irreversible, me encontró la mirada a las primeras de cambio. Pero MH, con muy buenos argumentos, me ha sacado del error.
:y
es el guiño de Dios que nos recuerda lo humildes que son todos nuestros empeños.
MH me habla por ciencia propia, pues también ella acaba de encontrar Su suave reconvención en su último libro.
Ya por mi cuenta, meditando sobre el envío de la Providencia, me pregunto si será mi soberbia la razón de que la errata aparezca en el escaparate de mi contraportada.
jueves, 5 de abril de 2012
Más sobre Miró
Hace unos años, lo he recordado ahora al leer las dos menciones de Gabriel Miró que registra Razón Española 172, la de Dalmacio Negro (p. 133) y la de P. C. González Cuevas (p. 207), me produjo una inmensa tristeza encontrar en La Verdad la hiriente columna de un escritor subvencionado, dardo contra el maestro nacional que le desasnó a él.
A RCG, sobrino de la inolvidable bibliotecaria de mi pueblo, "emprendedora cultural" formada por la Sección Femenina de FET y de las JONS, le parecía que Don Antonio, el maestro más joven de España, influido (creo que sin ser consciente de ello) por el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, titulado en las postrimerías de la Restauración, abogado, señor de orden y corresponsal periodístico que firmaba las crónicas con el acróstico de su nombre (ANCASÁN), era un Menéndez Pidal de pueblo, un hombre orquesta. El entonces joven escritor y conferenciante RCG prefería a Camilo José Cela. Según su manía literaria, cualquiera desmerecía expuesto al sol de Iria Flavia.
No me gustan los juicios rápidos, generalmente superficiales e inclementes, pero creo que hay que compadecerse de los jueces sumarios. En otro caso, ¿qué sería de nosotros, de cada uno?
Tengo de aquel maestro nacional, más que deudas, pues se jubiló antes de la muerte de Franco y no pudo darme clase, un recuerdo indeleble.
Mi madre, muy preocupada por hacernos hombres de provecho a mis hermanos y a mi llevándonos a "clases de máquina", actividad decana de las extraescolares, y discreta admiradora de la autoridad del espíritu, sople donde sople (en el colegio, en el periódico o en el taller de pintura), me mandó un día, tal vez en 1982, a la casa de Don Antonio, con el modesto fin de que me diera algún consejo que me sirviera de estímulo.
Cano Sánchez era un hombre de voz y ademanes autoritarios que, sin embargo, se volvían afables cuando se trataba de enseñar. (En mi pueblo bereber los patricios tienen apellidos, reservándose los apodos para los menestrales). Es posible, volviendo a las 5 de la tarde de un día del 82, que me desgranara su currículum, pero no lo recuerdo. Si lo hizo, que puede ser, se lo agradezco, pues hay que enseñar también que una lámpara no se enciende para ponerla luego debajo del celemín.
De aquella visita literaria fulge en mi recuerdo su recomendación:
Tienes que leer al Maestro. Nosotros le llamamos El Maestro. Gabriel Miró.
No me gustan los juicios rápidos, generalmente superficiales e inclementes, pero creo que hay que compadecerse de los jueces sumarios. En otro caso, ¿qué sería de nosotros, de cada uno?
Tengo de aquel maestro nacional, más que deudas, pues se jubiló antes de la muerte de Franco y no pudo darme clase, un recuerdo indeleble.
Mi madre, muy preocupada por hacernos hombres de provecho a mis hermanos y a mi llevándonos a "clases de máquina", actividad decana de las extraescolares, y discreta admiradora de la autoridad del espíritu, sople donde sople (en el colegio, en el periódico o en el taller de pintura), me mandó un día, tal vez en 1982, a la casa de Don Antonio, con el modesto fin de que me diera algún consejo que me sirviera de estímulo.
Cano Sánchez era un hombre de voz y ademanes autoritarios que, sin embargo, se volvían afables cuando se trataba de enseñar. (En mi pueblo bereber los patricios tienen apellidos, reservándose los apodos para los menestrales). Es posible, volviendo a las 5 de la tarde de un día del 82, que me desgranara su currículum, pero no lo recuerdo. Si lo hizo, que puede ser, se lo agradezco, pues hay que enseñar también que una lámpara no se enciende para ponerla luego debajo del celemín.
De aquella visita literaria fulge en mi recuerdo su recomendación:
Tienes que leer al Maestro. Nosotros le llamamos El Maestro. Gabriel Miró.
El humilde cauchil (poética de NPS)
NPS leía a Eugenio d'Ors, a Gregorio Marañón y a Ortega y Gasset. Juan Valera, Leopoldo Alas, Ganivet. Le interesaba Pedro Antonio de Alarcón. Gómez de la Serna, "cuyo nombre preclaro no necesita de adjetivos encomiásticos". Le entusiasmaban las novelas (y el teatro) con trasfondo forense. Casi toda la novela española de la postguerra le parecía deprimente: no la cambiaba por Peñas arriba, Pepita Jiménez o La Hermana San Sulpicio, "obras alentadoras y optimistas". Entre los extranjeros admiraba a Walter Scott y ciertas novelas de Charles Dickens, en lo que se le notaba a Don Nicolás que tenía algo de los Gentelmen de antes de la Gran Guerra. Wilde y Proust tenían un "fondo nauseabundo y deletéreo" que no podía sufrir.
El constitucionalista ceutí tenía también sus poetas manibus: JRJ, inspirador de su personalísmo género divagatorio, los vilanos, y sobre todos, el silvano extremeño Gabriel y Galán, con su "olor sano a romero, tomillo, cantueso, salvia y mejorana".
Y una poética, calcada sobre el canon del "poeta grande y sano que se llamó Gabriel y Galán", fundada sobre dos preceptos:
Primero. Hay una poesía de campo y otra de clínica o sanatorio, con tufo de iodoformo o de éter.
Segundo. La inspiración poética es a veces tímida y parca [...]: el humilde escape de un cauchil mal ajustado.
Gabriel Miró y los escritores políticos
En el último número de Razón Española, el 172 (marzo-abril 2012), homenaje a Gonzalo Fernández de la Mora en el X aniversario de su muerte, hace Dalmacio Negro este apunte:
En la nómina de pensadores realistas (españoles del siglo XX), gente muy culta y al tanto del estado del pensamiento político, habría que incluir a Javier Conde y su discípulo Jesús Fueyo [...] Una característica común es que casi todos eran excelentes escritores.
Mucho le debe el pulcro estilo de Fernández de la Mora (brillante estilo literario) a Gabriel Miró. Lo mismo sucede con Pérez Serrano, deudor también de la claridad levantina de Miró y el primoroso decoro de Azorín. Don Nicolás, en el trance y "tentación de no volver a escribir en castellano", encarecía una "solución sencilla, barata y aquietante":
leer los trabajos de nuestro inmortales.
martes, 3 de abril de 2012
Los caracteres
El susceptible tiene psicología de rehén. Vive sometido al post hoc, ergo propter hoc, sofisma que justifica su sinvivir.
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