Todos esos libros por cuyo lado paso cada día, Rethinking evidence, Derecho agrario y varios miles más, se preguntan hoy sábado, en la solitaria biblioteca, si mereció la pena. Les oigo y sin saber cómo me siento interpelado.
¿Para qué buscarle culpables a la cosa? Ahora soy complice de la tragedia de mis propios libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario