La democracia individualista requiere que una clase homogénea domine y las otras le sirvan[; así pues,] en la democracia moderna hay una servidumbre de la masa. Mas como se ha proclamado su libertad, la servidumbre no es jurídica; es una servidumbre moral realizada por estos tres poderosos instrumentos: el dinero, los partidos políticos y organizaciones obreras y la enseñanza.
Tal vez no haga falta repetirlo: el pueblo español, formalmente libre, padece la peor de las servidumbres, la moral. Para ello se han conjurado el dinero, los partidos y sindicatos, y la enseñanza pública. Lo decía López-Amo en 1952: La monarquía de la reforma social, p.137.
Sin negarle clarividencia al autor, la cosa debía estar bastante clara entonces: hay regímenes que faltos de legitimidad únicamente pueden apoyarse en la esclavitud moral de los ciudadanos.
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