[Julia, a la que nunca le ha dolido nada, ni siquiera la barriga, llegó a Pamplona cansada e irritable. Su llanto sin consuelo ha sido como una riada, pues las lágrimas han seguido corriendo días después de la gran tormenta, extinguido y olvidado ya el relampagueo en el cielo.]
Centro histórico de las ciudades, yo te saludo. Y también a vosotras: iglesias y ermitas y piedras venerables en general.
Hola a los museos, los jardines y los bulevares; también a los bancos públicos en medio de una calle poco transitada. Murallas. Librerías de viejo. Cafeterías, restaurantes. Cualquier cosa para cenar. Descansamos y salimos. Salud a toda esa grata compaña del visitante. Y adiós; tal vez hasta luego.
No os echo ya de menos. Me interesa ahora saber cómo se llega a un hospital y por donde he de guiar mi coche, en la madrugada, hacia una farmacia abierta.
3 comentarios:
Muy bien narrado. Espero que quedara en un susto.
A la cuarta visita al pediatra parece claro que son las muelas, que ya han roto.
Julia, no te preocupes que en Pamplona lo vas a pasar muy bien.
Será que la niña quieres comer ya espárragos Navarros, cogollos de Tudela, pimientos...y por eso le han salido las muelas antes.
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