Don Nicolás Pérez Serrano, nacido en 1890 y fallecido en 1961, fue el primero de los dos catedráticos que la ciudad de Ceuta ha dado a la universidad española. El segundo, curiosamente también de Político, es Manuel Ramírez, recientemente apeado del escalafón por cumplir la edad reglamentaria de 70 años.
En 2006, en el Diccionario crítico de juristas (t. II, vol. 1º), dirigido por Manuel J. Peláez, apareció la voz "Pérez Serrano, Nicolás", redactada por mi. Me aparté en ella adrede de la leyenda del constitucionalista liberal, fiel a la II República y que vivió resignado, en el exilio interior, bajo la Dictadura de Franco. Esa impresión constituye la fijación de unas páginas publicadas por Pérez-Serrano Jáuregui en el Juristas Universales, dirigido por el dorsiano Rafael Domingo para la editorial Marcial Pons en 2004. No muy diferente es la leyenda que trasmina de otro estudio de Don Nicolás hijo ("Nicolás Pérez Serrano 1890/1961. Semblanza y datos biográficos") recogido en la revista de la UNED Teoría y Realidad Constitucional (nº 18).
Lo que escribe el hijo tiene, desde luego algún interés, particularmente lo relativo a la situación de Don Nicolás en la Junta del Colegio de Abogados de Madrid entre 1937 y 1939. Aunque en realidad lo que trae a las páginas de la revista son las impresiones de García Venero.
Para mí, lo he apuntado en donde he podido hacerlo, NPS es el capitán de la protoescuela española del Derecho constitucional. Pero fue además un jurista completo, versado en el Derecho privado. Son justamente famosas sus actuaciones en el foro, recogidas algunas de ellas en los dos tomos de Dictámenes (t. I, Derecho civil; t. II, Derecho mercantil) publicados por Dossat en 1965.
Después de la guerra, depurado como tantos, siguió fiel al espíritu del facultativo del derecho, del jurista de Estado, formado en la neutralidad de la iuspublicística estatal y consciente de que todo derecho es derecho de situación, promulgado por quien tiene autoridad. Me parece que la opinión de mi colega de Santiago, CRM, va también por aquí. Y él también ha escrito algo sobre el fino constitucionalista de la Universidad Central.
Ayer, en las despedidas, me quedé en la puerta del cottage de NPS. Conversé con él sobre sus gustos literarios (los escritores levantinos: Gabriel Miró, Azorín) y sobre sus posiciones políticas (liberal, conservador, "reaccionario" como todo buen jurista, adversario de la libertad "suicida" y partidario de las "dictaduras" configuradoras). También sobre su preocupación por los géneros literarios: desde la "setencia" de los jueces y sus propios "dictámenes" forenses a las "virutas de taller" que son sus apuntes incoativos de diversos temas y que publicó, como en bandadas de vilanos, distribuidos en dos libros deliciosos: las Humoradas y los Vilanos forenses.
Pero irrumpió en el lugar ameno de nuestro diálogo el inesperado traspiés de Pérez-Serrano Jáuregui en su artículo de Teoría y Realidad Constitucional. Afirma que la Revista de Derecho Público, inspirada y dirigida por su padre, por su "Sr. padre", como escribe el menor de sus vástagos, prestigioso cutlivador del Derecho parlamentario, alcanzó 54 números, ni uno más. Se sorprende por ello que en su segunda etapa, ya en los años 70, la Revista de Derecho Público arrancara con el número 57. Pérez-Serrano Jáuregui, siguiendo tal vez el criterio de mi antiguo amigo GGK, recalca que la revista de su padre se extinguió al publicarse el número de junio de 1936. No existe, dice, el número 55/56, de julio y agosto de 1936.
El ejemplar será raro y tal vez por eso no estará en la colecciones del Congreso y otras Bibliotecas universitarias. No está, desde luego, en la suya. Pero en el tomo encuadernado que poseo con los años 35 y 36 (pp. 201-238) y que ahora, con gran satisfacción (me costó, incluidos los años 32 y 33, sólo docemil pesetas), hojeo y repaso, sí que está.
En 2006, en el Diccionario crítico de juristas (t. II, vol. 1º), dirigido por Manuel J. Peláez, apareció la voz "Pérez Serrano, Nicolás", redactada por mi. Me aparté en ella adrede de la leyenda del constitucionalista liberal, fiel a la II República y que vivió resignado, en el exilio interior, bajo la Dictadura de Franco. Esa impresión constituye la fijación de unas páginas publicadas por Pérez-Serrano Jáuregui en el Juristas Universales, dirigido por el dorsiano Rafael Domingo para la editorial Marcial Pons en 2004. No muy diferente es la leyenda que trasmina de otro estudio de Don Nicolás hijo ("Nicolás Pérez Serrano 1890/1961. Semblanza y datos biográficos") recogido en la revista de la UNED Teoría y Realidad Constitucional (nº 18).
Lo que escribe el hijo tiene, desde luego algún interés, particularmente lo relativo a la situación de Don Nicolás en la Junta del Colegio de Abogados de Madrid entre 1937 y 1939. Aunque en realidad lo que trae a las páginas de la revista son las impresiones de García Venero.
Para mí, lo he apuntado en donde he podido hacerlo, NPS es el capitán de la protoescuela española del Derecho constitucional. Pero fue además un jurista completo, versado en el Derecho privado. Son justamente famosas sus actuaciones en el foro, recogidas algunas de ellas en los dos tomos de Dictámenes (t. I, Derecho civil; t. II, Derecho mercantil) publicados por Dossat en 1965.
Después de la guerra, depurado como tantos, siguió fiel al espíritu del facultativo del derecho, del jurista de Estado, formado en la neutralidad de la iuspublicística estatal y consciente de que todo derecho es derecho de situación, promulgado por quien tiene autoridad. Me parece que la opinión de mi colega de Santiago, CRM, va también por aquí. Y él también ha escrito algo sobre el fino constitucionalista de la Universidad Central.
Ayer, en las despedidas, me quedé en la puerta del cottage de NPS. Conversé con él sobre sus gustos literarios (los escritores levantinos: Gabriel Miró, Azorín) y sobre sus posiciones políticas (liberal, conservador, "reaccionario" como todo buen jurista, adversario de la libertad "suicida" y partidario de las "dictaduras" configuradoras). También sobre su preocupación por los géneros literarios: desde la "setencia" de los jueces y sus propios "dictámenes" forenses a las "virutas de taller" que son sus apuntes incoativos de diversos temas y que publicó, como en bandadas de vilanos, distribuidos en dos libros deliciosos: las Humoradas y los Vilanos forenses.
Pero irrumpió en el lugar ameno de nuestro diálogo el inesperado traspiés de Pérez-Serrano Jáuregui en su artículo de Teoría y Realidad Constitucional. Afirma que la Revista de Derecho Público, inspirada y dirigida por su padre, por su "Sr. padre", como escribe el menor de sus vástagos, prestigioso cutlivador del Derecho parlamentario, alcanzó 54 números, ni uno más. Se sorprende por ello que en su segunda etapa, ya en los años 70, la Revista de Derecho Público arrancara con el número 57. Pérez-Serrano Jáuregui, siguiendo tal vez el criterio de mi antiguo amigo GGK, recalca que la revista de su padre se extinguió al publicarse el número de junio de 1936. No existe, dice, el número 55/56, de julio y agosto de 1936.
El ejemplar será raro y tal vez por eso no estará en la colecciones del Congreso y otras Bibliotecas universitarias. No está, desde luego, en la suya. Pero en el tomo encuadernado que poseo con los años 35 y 36 (pp. 201-238) y que ahora, con gran satisfacción (me costó, incluidos los años 32 y 33, sólo docemil pesetas), hojeo y repaso, sí que está.
2 comentarios:
Me llamo Begoña González Calero, pertenezco a la secretaría de Don Nicolás Pérez Serrano Jáuregui. Nos gustaría me indicasen un correo electónico y un nombre para poder dirigirnos a ustedes en relación a la publicación 55/56 realizada el pasado día 27 de marzo de 2012. Mi correo es bgc@perezserranoabogados.com
La dirección que me indica rechaza los correos. Puede escribir si lo desea a
sepremu@yahoo.es
Un saludo,
Jerónimo Molina
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