FFM no dice toda la verdad en sus memorias. Recuerda haber votado contra la destitución de Niceto Alcalá-Zamora, penúltimo freno contra el despeñamiento de España en la guerra. Pero Montiel recuerda mal, probablemente porque tiene presente su pasantía en el bufete de don Niceto. Me ilustra sobre el asunto el archivero de la Fundación Pablo Iglesias, Aurelio Martín Nájera, a quien agradezco su afán releyendo las páginas que Ortega y Gasset dedica a su gremio. Su magnífico libro sobre el grupo parlamentario socialista durante la Segunda República es como los libros de Ricardo de la Cierva: se puede discrepar de esta interpretación o de aquella apostilla, pero todo en ellos es veraz.
Verdades enormes son también las que recoge Manuel Aguilera en Compañeros y camaradas, un libro publicado por Actas en 2012. Bien escrito. Bien ilustrado. En él están las fotos del ugetista Antonio Sesé, sobre cuyo asesinato se extiende también Montiel, pues lo atribuye al agente de Stalin Pedro, el mismo que pretende también cargárselo a él. Sesé vivo y Sesé muerto por las balas anarquistas. Pocas objeciones a Aguilera, salvo unos cuantos pasajes innecesariamente superfluos. Pero qué libro no los tiene hoy en España si su autor, un historiador joven, tiene delante, en las casamatas de la ANECA, a los desnaturalizados marxistas de la cátedra. Habla Aguilera de la lucha entre demócratas contra fascistas y de las libertades democráticas de la zona republicana. ¿Cuándo se vio eso en la Guerra de España? Lo peor de todo es dar por bueno uno de los mantras de "Viñas y Hernández", budistas del Himalaya de mentiras, quienes han dictado que "el PCE se convirtió en un sólido baluarte de la defensa del republicanismo progresista que apostaba por el pluralismo frentepopulista". En realidad no le hacemos caso, porque todo su libro pone de manifiesto la labor de zapa comunista, el "trabajo político" en la retaguardia de los agentes de Stalin para laminar a sus rivales.
El libro que no tiene un pase es el de una camarada sobre la guerra civil en Murcia, un análisis sobre el poder, los comportamientos colectivos y otros nosecuantos. Prefiero, aunque no esté terminado ni creo que vaya a estarlo, el Al servicio de la Revolución. Violencia y represión en la Murcia republicana (1936-1939), cuyo autor tiene reparos o miedo y no se atreve a publicarlo.
A la camarada le debo mucho. Libro vetado por su célula, mío o de cualquiera, libro que se publica él sólo, sin fórceps ni ayudas. El de Montiel, publicación óptima para un centenario, es un buen ejemplo. Su jefa, camarada inmarcesible, a través de un mediocre director de publicaciones que vestía unas chaquetas de hombreras inverosímiles (siempre me recordará al camarada Roberto Robaina, expulsado con deshonor del Partido Comunista de Cuba), se opuso a la publicación con mi prólogo del facsimilar de El Belén de Salzillo en Murcia, de Ernestro Giménez Caballero. Conservo el correo que el buen hombre me envió sin purgarlo previamente del rastro de la superioridad. La vicerrectora de la época, por mediar, me reunió con el pobre diablo. Gasté delante de él todos los adjetivos y todos los nombres del campo semántico de la censura. Ni respiró. De las camaradas basta saber que prefieren a Manolón Tuñón de Lara, ¡por Dios!, postergando a Renzo de Felice y a cualquiera antes que a Salas Larrazábal. Como los moros regulares le decían a los españoles batidos por el paqueo rifeño: "Paisa no saber manera".
Roberto Robaina (d.), exministro cubano de Estado hasta 2002 |
Como diría Serge Gainsbourg, pasemos de una vez a las cosas serias. Acabo de recibir la traducción francesa de The God that Failed: Le dieu des ténèbres.
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