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lunes, 13 de agosto de 2012
Realismo político
El realismo político es la cruz dolorosa del intelectual cristiano.
4 comentarios:
Chema
dijo...
Otro fotograma más que añadir al rompecabezas del realismo político. A este respecto, resulta interesante el punto de vista de Maquiavelo. Desde mi visión, cuando reflexiona en torno a los principados eclesiásticos, muestra la función de cohesión social que desempeña la religión. Cohesión del hombre, no con lo trascendental, sino con lo institucional, es decir, una fuerza de cohesión política. Llegando a afirmar que se trata de los únicos principados seguros y felices, debido al fuerte arraigo de las leyes religiosas en la ciudadanía. El oficial florentino arremete contra la política temporal de la Iglesia en ese momento histórico, a diferencia de la Roma antigua. Esto es, el descrédito social de la religión en la Italia de su época por culpa de la Iglesia, debido a la decadencia de la virtud y a la corrupción de lo humano (el Papa Borgia y Julio II, aparecen como representantes de la Iglesia). De hecho, el Capítulo XII, Libro I, de los Discursos reza como sigue: De lo importante que es hacer gran caso de la religión, y de que Italia, por no hacerlo, a causa de la Iglesia romana, está arruinada. En los Discorsi, Maquiavelo afirma que la culpable de que Italia (a diferencia de España o Francia) no haya llegado a la obediencia de un solo príncipe es la Iglesia. Por tanto, es posible que, con una política diferente, un Estado eclesiástico brille como antaño. Posibilidad que el realismo político no puede negar, ya que la autonomía de la política, deslindada de los valores morales, entre ellos los católicos, no es sinónimo de ausencia de valores ni de imposibilidad de coincidencia entre unos y otros; tanto para hacer como para decir la política.
Otro fotograma más que añadir al rompecabezas del realismo político. A este respecto, resulta interesante el punto de vista de Maquiavelo. Desde mi visión, cuando reflexiona en torno a los principados eclesiásticos, muestra la función de cohesión social que desempeña la religión. Cohesión del hombre, no con lo trascendental, sino con lo institucional, es decir, una fuerza de cohesión política. Llegando a afirmar que se trata de los únicos principados seguros y felices, debido al fuerte arraigo de las leyes religiosas en la ciudadanía. El oficial florentino arremete contra la política temporal de la Iglesia en ese momento histórico, a diferencia de la Roma antigua. Esto es, el descrédito social de la religión en la Italia de su época por culpa de la Iglesia, debido a la decadencia de la virtud y a la corrupción de lo humano (el Papa Borgia y Julio II, aparecen como representantes de la Iglesia). De hecho, el Capítulo XII, Libro I, de los Discursos reza como sigue: De lo importante que es hacer gran caso de la religión, y de que Italia, por no hacerlo, a causa de la Iglesia romana, está arruinada. En los Discorsi, Maquiavelo afirma que la culpable de que Italia (a diferencia de España o Francia) no haya llegado a la obediencia de un solo príncipe es la Iglesia. Por tanto, es posible que, con una política diferente, un Estado eclesiástico brille como antaño. Posibilidad que el realismo político no puede negar, ya que la autonomía de la política, deslindada de los valores morales, entre ellos los católicos, no es sinónimo de ausencia de valores ni de imposibilidad de coincidencia entre unos y otros; tanto para hacer como para decir la política.
Gracias, Chema. Creo que tocas dos temas: uno de ellos es el valor en general que tiene la religión como elemento estabilizador de las repúblicas (como en el caso de las "religiones políticas" de la antigüedad, particularmente la romana, que Maquiavelo conocía); otro asunto es, en efecto, la iglesia como poder temporal, que está difiriendo la unidad de Italia y, por tanto, es tratada "in temporabilis" como enemigo.
Sí, efectivamente se trata de dos parámetros. Religión e Iglesia. Términos que actualmente difieren de lo que Maquiavelo, o el propio Saavedra, entendían en su época. ¿Cómo no ser religioso en épocas pretéritas?. Los propios romanos, en la práctica privada podrían mostrar cierto pasotismo, pero declararse ateo era un delito y no acudir al rito o culto público también tenía consecuencias. O, ¿cómo no ver lógico que la Iglesia participara del poder temporal?. Imagino que si alguno de esos autores viera lo que ocurre hoy día se sorprendería porque se encontraría con términos que no definen realidades iguales a las de su momento. Lo que me resulta interesante, desde el plano teórico, es lo siguiente: si uno de los componentes del realismo político es la autonomía de la política, en el sentido de delimitada respecto al plano de la moral, dicha afirmación ¿no constituye por sí misma un idealismo?. Puesto que, realmente, la moral de una decisión política será la del sujeto que la toma, moral que puede ser perfectamente religiosa. En el realismo político del S.XVII, católica o protestante, en la actualidad hasta un ateo tiene un código moral. El aforismo que planteas en la entrada resulta tan enriquecedor como el plutonio 239. El tema es que teniendo en cuenta el calor y las obligaciones varias, mi capacidad de concentración es la de un riñón recién injertado y no sé si estas divagaciones serían más dignas del guión de un Péplum. Un saludo.
4 comentarios:
Otro fotograma más que añadir al rompecabezas del realismo político.
A este respecto, resulta interesante el punto de vista de Maquiavelo. Desde mi visión, cuando reflexiona en torno a los principados eclesiásticos, muestra la función de cohesión social que desempeña la religión. Cohesión del hombre, no con lo trascendental, sino con lo institucional, es decir, una fuerza de cohesión política. Llegando a afirmar que se trata de los únicos principados seguros y felices, debido al fuerte arraigo de las leyes religiosas en la ciudadanía.
El oficial florentino arremete contra la política temporal de la Iglesia en ese momento histórico, a diferencia de la Roma antigua. Esto es, el descrédito social de la religión en la Italia de su época por culpa de la Iglesia, debido a la decadencia de la virtud y a la corrupción de lo humano (el Papa Borgia y Julio II, aparecen como representantes de la Iglesia).
De hecho, el Capítulo XII, Libro I, de los Discursos reza como sigue: De lo importante que es hacer gran caso de la religión, y de que Italia, por no hacerlo, a causa de la Iglesia romana, está arruinada.
En los Discorsi, Maquiavelo afirma que la culpable de que Italia (a diferencia de España o Francia) no haya llegado a la obediencia de un solo príncipe es la Iglesia.
Por tanto, es posible que, con una política diferente, un Estado eclesiástico brille como antaño.
Posibilidad que el realismo político no puede negar, ya que la autonomía de la política, deslindada de los valores morales, entre ellos los católicos, no es sinónimo de ausencia de valores ni de imposibilidad de coincidencia entre unos y otros; tanto para hacer como para decir la política.
Otro fotograma más que añadir al rompecabezas del realismo político.
A este respecto, resulta interesante el punto de vista de Maquiavelo. Desde mi visión, cuando reflexiona en torno a los principados eclesiásticos, muestra la función de cohesión social que desempeña la religión. Cohesión del hombre, no con lo trascendental, sino con lo institucional, es decir, una fuerza de cohesión política. Llegando a afirmar que se trata de los únicos principados seguros y felices, debido al fuerte arraigo de las leyes religiosas en la ciudadanía.
El oficial florentino arremete contra la política temporal de la Iglesia en ese momento histórico, a diferencia de la Roma antigua. Esto es, el descrédito social de la religión en la Italia de su época por culpa de la Iglesia, debido a la decadencia de la virtud y a la corrupción de lo humano (el Papa Borgia y Julio II, aparecen como representantes de la Iglesia).
De hecho, el Capítulo XII, Libro I, de los Discursos reza como sigue: De lo importante que es hacer gran caso de la religión, y de que Italia, por no hacerlo, a causa de la Iglesia romana, está arruinada.
En los Discorsi, Maquiavelo afirma que la culpable de que Italia (a diferencia de España o Francia) no haya llegado a la obediencia de un solo príncipe es la Iglesia.
Por tanto, es posible que, con una política diferente, un Estado eclesiástico brille como antaño.
Posibilidad que el realismo político no puede negar, ya que la autonomía de la política, deslindada de los valores morales, entre ellos los católicos, no es sinónimo de ausencia de valores ni de imposibilidad de coincidencia entre unos y otros; tanto para hacer como para decir la política.
Gracias, Chema.
Creo que tocas dos temas: uno de ellos es el valor en general que tiene la religión como elemento estabilizador de las repúblicas (como en el caso de las "religiones políticas" de la antigüedad, particularmente la romana, que Maquiavelo conocía); otro asunto es, en efecto, la iglesia como poder temporal, que está difiriendo la unidad de Italia y, por tanto, es tratada "in temporabilis" como enemigo.
Sí, efectivamente se trata de dos parámetros. Religión e Iglesia. Términos que actualmente difieren de lo que Maquiavelo, o el propio Saavedra, entendían en su época.
¿Cómo no ser religioso en épocas pretéritas?. Los propios romanos, en la práctica privada podrían mostrar cierto pasotismo, pero declararse ateo era un delito y no acudir al rito o culto público también tenía consecuencias. O, ¿cómo no ver lógico que la Iglesia participara del poder temporal?. Imagino que si alguno de esos autores viera lo que ocurre hoy día se sorprendería porque se encontraría con términos que no definen realidades iguales a las de su momento.
Lo que me resulta interesante, desde el plano teórico, es lo siguiente: si uno de los componentes del realismo político es la autonomía de la política, en el sentido de delimitada respecto al plano de la moral, dicha afirmación ¿no constituye por sí misma un idealismo?. Puesto que, realmente, la moral de una decisión política será la del sujeto que la toma, moral que puede ser perfectamente religiosa. En el realismo político del S.XVII, católica o protestante, en la actualidad hasta un ateo tiene un código moral.
El aforismo que planteas en la entrada resulta tan enriquecedor como el plutonio 239. El tema es que teniendo en cuenta el calor y las obligaciones varias, mi capacidad de concentración es la de un riñón recién injertado y no sé si estas divagaciones serían más dignas del guión de un Péplum.
Un saludo.
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