A todos ellos, además de condenarlos, les dio Roma digno trato literario.
Si el liberalismo y el modernismo eran errores pestíferos (Gregorio XVI, León XIII, Pío X y algún otro Pontífice así lo aseguraron), nada comparable con la tremenda definición del comunismo de Pío Nono en la encíclica Qui pluribus de 1846:
Hiel de dragón en caliz de Babilonia.
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