miércoles, 15 de marzo de 2017

Universitas

Almuerzo en el campus de la ciudad con una doctoranda en plena vía dolorosa. Se encuentra al final de la elaboración de su tesis, un estudio sobre un sociólogo de la paz con facha como de Tartarín de Tarascón. Me llama la atención que este irenólogo sincretista prefiera la carnalidad del sur de Europa a las brumas boreales.

Dejo mis asuntos, los perentorios y los peregrinos, y hago con ella el cirineo.

Detrás de mí, por sus comentarios intempestivos, reconozco el timbre rotundo de un buen amigo. Jubilado, pasa sus horas en la hemeroteca Clara Campoamor, una inversión millonaria de cuyas soledades apenas si disfruta él exclusivamente, de diez de la mañana a ocho de la tarde. Alguien, cuya voz no reconozco, lamenta el atropello académico del que acaba de ser objeto, aspirante a una cátedra de Derecho Administrativo. Escucho una respuesta que pasma a casi todos los comensales de la sala, solicitantes también de algo o acreditables, meritorios todos: "... La universidad española está destruida, es una mierda. ¿Para qué quieres ser catedrático de una mierda?". Dicho lo cual sigue con su perca al horno.

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