Decía Rodrigo Fernández-Carvajal en una larga y aleccionadora entrevista concedida a Manuel Aragón en unos papeles del Seminario murciano de Derecho Público que Carl Schmitt había sido, por encima de todas las cosas, un "gran ingenioso".
El suyo sí que era un ingenio de jurista fino. Lo atestigua la definición de la política que acuña para su libro fundamental, El lugar de la Ciencia política, de 1983: "la política viene definida por la extremosidad y singularidad atribuida a las situaciones, no por la región o ámbito de la realidad social donde emerjan. La política no tiene, en rigor, sustancia propia". También CS, de quien se apropia el inefable catedrátido de Derecho político en ese apunte, haciendo suyas unas observaciones de su discípulo Hans Morgenthau, había redefinido en 1929 el "concepto" de lo político por la "intensidad" o "intensificacion" política de una relación social cualquiera.
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