Limpio el texto de Los almendros de Urci, memorias de Francisco-Félix Montiel sobre su viaje de ida y vuelta al comunismo. En un capítulo dedicado al golpe de Estado del coronel Segismundo Casado, a su juicio urdido todo por Moscú, Montiel le dedica a la tiorra Pasionaria algunos pasajes de mucha penetración. En uno de ellos se refiere a los "detalles sentimentaloides tan poco marxistas" que se cuelan en sus memorias, El único camino. Si alguien con las manos manchadas de sangre divaga en sus memorias políticas sobre vestidos nuevos y ropa sin estrenar, engaña y simula.
Me hace pensar en esa misma cursilería antiherocia lo mucho que tienen que ocultar todos esos narcos de las FARC, aspirantes a la bicoca de diputado y alcalde, como los terroristas del nacionalismo vasco, cansados de su viejo oficio. Timochenko, de Timoleón, qué nombre tan triste para un enemigo del género humano, habla en sus discursos de "todos" y "todas", de "guerrilleros" y "guerrilleras" y espera liberar a las "mariposas amarillas".
Si después de cincuenta años de guerra civil se tolera esa caída de estilo es que a Colombia, como diría Serguéi Chajotín, la ha violado la propaganda política.
Si después de cincuenta años de guerra civil se tolera esa caída de estilo es que a Colombia, como diría Serguéi Chajotín, la ha violado la propaganda política.
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