Así lo definía, en un escolio que vale por varias biografías, Menéndez Pelayo:
[Giner] será todo lo buen hombre que se quiera, pero no pasa de ser un maestro de escuela afectado y fastidioso.
Sus bisnietos y tataranietos, acampados en la Universidad más de un siglo (con el intermezzo de ajustes de la inmediata posguerra, tal vez inevitables y que yo ni justifico, ni, por supuesto, deploro), siendo igual de afectados y fastidiosos, ya no tienen la virtudes campestres del Urvater de la barbita florida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario