miércoles, 17 de agosto de 2011

Hebras y cabos sueltos

Toda lectura es providencialista, incluso cuando al cerrar el libro vemos que esas páginas se nos quedan como cabos sin anudar en una trama cuya coherencia última apenas vislumbramos y de la que, quién sabe, tal vez tendremos que responder. 

Esa es la impresión que me dejan las excursiones de los últimos días: El monasterio de la Oliva, la obra colectiva que en 2007 conmemoró el LXXX aniversario del restablecimiento de la Orden del Císter (O. C. S. O.) -cistercienses de estricta observancia-, en ese enclave religioso de la ribera del río Aragón; La cocina cristiana de occidente, de Cunqueiro -con muchas erratas que afean el texto casi tanto como los dibujos metidos a capón al final de la mayoría de artículos: hay con "recurso de contrafuego" donde debería rezar "de contrafuero" que resulta sumamente ofensivo-; El cantar de Roldán, que empezamos ya a leer en el túmulo al Roldán de la leyenda desde el que se domina el paso de Roncesvalles; César Borgia y Viana (1507-2007), de Félix Cariñanos, erudito local vianés, que se detiene en todos los detalles de la muerte y la sucesivas exhumaciones y inhumaciones del arrogante caudillo en esa tierra navarra.

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