lunes, 28 de diciembre de 2015

Un apunte del año pasado

Cerca de La Roda hablamos de El Señor de los Anillos, que vimos, en tres tardes, la semana pasada. Me hacen mis hijas preguntas desordenadas, pero en ellas, en las de la una y en las de la otra, se revelan actitudes muy distintas.

A Jimena, que anticipa con sus preguntas el solar dispuesto al final de los tiempos para la reunión de los cabritos con las ovejas, le preocupan sobre todo, en esa película, los matices que separan a los buenos de los malos y que, en su opinión, deben apreciarse ya desde un principio. Y si no es así, el caso es que ella anda buscando el matiz y haciendo distingos. Es una moralista que en todo momento necesita saber a qué atenerse con unos y otros.

A Julia, en cambio, le interesa más el camino que los héroes, frágiles, no todos buenos ni buenos del todo, aunque esto parece no importarle, recorren hasta la cima del Monte del Destino. Su preocupación es si los héroes llegan o no y cuándo van a llegar.

domingo, 1 de noviembre de 2015

miércoles, 7 de octubre de 2015

Una nueva generación

El realismo política viene siendo inefable. Momentos anímicos que centellean en la historia. Etcétera. Falto dos horas de mi biblioteca y Yolanda me avisa que mi hijas han instalado en ella a la nueva generación de realistas políticos. Mi casa parece ahora una nueva Pataliputra.















Ojo al parche aquí también que predominan las chicas.







martes, 6 de octubre de 2015

Meter la pluma

Don Manuel García-Pelayo tiene una gran cabeza jurídica. Dentro le cabe todo el Estado, además de las formas políticas de la Antigüedad y la Edad Media. Escribe sus grandes libros cuando hay que escribirlos. Después ya no. Los respetos y el reconocimiento político y tardío de sus méritos por los socialistas confunden su minerva. Quién sabe. Escribe entonces, años ochenta, una cosa y la contraria en el mismo pasaje. Yo no creo que don Manuel meta la pata, más bien alguien ha metido la pluma. Un ejemplo. Voz "Estado", en el Diccionario del sistema político español, que anoche consulto. Lo dirige el discreto profesor, tal vez algo atildado, González Encinar. En su piso del Paseo Rosales pasé una tarde mecanografiándole un artículo cuya letra apenas podría descifrar. No le resolví la papeleta, pero me pagó. Pues en su Diccionario se hace decir a don Manuel que el Estado del 18 de julio, "un Estado a contrapelo de la historia [,] no ha podido legar nada positivo para el futuro, sin perjuicio de sus logros e innovaciones en el campo de la Administración y de los servicios sociales, algunos de los cuales han transcendido a su existencia con o sin cambio de nombres". El censor se queda corto o no calcula bien que la trascendencia de la Administración, incluso con cambio de nombre -en esto se ve el humor del profesor-, es todo lo que una gobernación puede pedirle al futuro.