Acabo de escribir que cuarenta años es muy poco tiempo para andar haciendo confesiones. Aún así, con siete, Julia me hace esta confidencia: "Desde que tengo cinco años quiero hacerte esta pregunta, papá". Así, en presente histórico, como Julio César en La guerra de las Galias. Sigue: "Si Dios ha hecho el mundo, ¿antes de Dios qué había?". El buen cura de la parroquia castrense donde va a catequesis puede estar contento con ella. Como yo con él, por cierto, cuando improvisa imaginativamente en la liturgia y cambia el sursum corda por un arriba España, que aparentemente solo yo, gozoso, he escuchado. Pero Julia continúa su interrogatorio. Como ya sabe lo que pienso yo, me pregunta qué piensa Dios de los "adolescentes", en realidad ninis de unos trece o catorce años, tatuados e infibulados, que pasan la tarde entrando y saliendo de un local de moda.